A la playa con la casa a cuestas

VIMIANZO

ANA GARCIA

¿CÓMO BAJAS A LA ARENA? Unos van con lo puesto, como Fran, y otros como Iván (exconcursante del reality «Adán y Eva») y Cristina, madre de un niño y dos gemelas, cargados de petates. Dime cómo eres y te diré qué carga playera llevas

13 jul 2019 . Actualizado a las 21:00 h.

Cuando el jaleo familiar aprieta, lo mejor es coger la puerta ¡y a la playa! Esta es la máxima que aplica Cristina Landeira (Vimianzo, 1982) entre semana, siempre que el tiempo acompaña. Con familia numerosa y numerosos extras baja a la arena de la playa de Laxe o a la de Lago, en Muxía, esta empresaria con negocio familiar. «Baixo á praia coa casa ás costas, con toda a cacharrada», admite. «Poñemos a crema na casa, é fundamental por comodidade. E despois aí nos vamos con tres cubos, tres palas, as carretiñas... Todo por triplicado! E a pelota para o fútbol. Teño un petate no que cargo todo, todo o que é xoguete, e ese lévoo colgado nun ombro. E no outro ombro levo unha bolsa-neveira coas tiras anchas. E, despois, unha nena de cada man!», dice sin perder ni una palabra por el camino. El carrito no es para Cristina una opción viable de transporte del material playero. «Non me é cómodo, porque non me deixa as mans libres. Compreino, pero ao final non me vai, porque non podo darlle a man ás dúas peques». Sus niñas, las gemelas Amaia y Candela, tienen 3 años, «e poden ir soas, pero non sempre van...».

Un cambio radical

Nuno, el niño mayor de Cristina, tiene 6 años y es el que abre a sus hermanas camino al ancho mar. «El axuda moito, pero así e todo a min sempre me fan falta as mans!», dice. En uno de sus petates van cuatro toallas y la merienda. «O pai non opera nestas cousas; o pai é camioneiro, en toda a semana non está. Se está, ben, pero habitualmente non está, así que teño esa liberdade de ir cos tres fillos polas tardes á praia», cuenta con salero, rebozada de humor.

¿Compensa el despliegue? «Compensa, compensa. Saímos e así non desordenamos a casa. E os nenos volven xenial, súper relaxados, e, se vai boa tarde e estamos ben, ao mellor volvemos polas nove ou nove e media da noite», cuenta quien ve la playa como un «fluír da enerxía entre o corpo e o mar, que fai que te relaxes, é moi san». A Cristina la playa le gustaba ya antes de la maternidad, pero desde que tiene séquito este es uno de sus toques de corneta: «Bañadores e todo o mundo para a praia!».

Organizar y montar el despliegue requerirá su tiempo. «A min lévame moi pouco. Igual media hora... Os xoguetes van no saco, e chego á casa e nin o quito, xa o deixo así para o día seguinte. E ao día seguinte só preparo a bolsa das merendas. Traxes de baño, crema e listo! E imos», enumera. ¿De merienda vais servidos o solo con lo justo? «Levamos un pouco de todo. Levamos auga, levamos pan, levamos iogures e levamos froita. E ás veces unhas chocolatinas para poder alongar tranquilos a tarde», confiesa.

Tener hijos cambia la vida y la forma de ir a la playa. «É que antes ía só co meu mozo, agora meu home, á praia. El e mais eu. Iamos a praias salvaxes, como Soesto ou Traba, areais nos que ás veces non hai ninguén, co mar bravo... Iamos, co posto, e a durmir a sesta. Cos fillos, o cambio é radical. Agora imos a praias tranquilas. Agora vou eu, sen el, coa miña irmá e as nenas, e coa miña nai se lle cadra», relata. A la playa de Lago van evitando su zona de peligro. «Imos á zona desa especie de río que se forma na parte esquerda», cuenta. «Polas tardes, no verán hai ruído de nenos. De solteira, sen fillos, non iría, pero agora digo: ‘Que guai, mira que ambientazo!’». Qué remedio...

Cristina tiene para una novela con un mix de géneros, como un colmado o un bar de aldea. Precisamente, está al frente del negocio Casa Landeira, que abrieron sus padres en Treos (Vimianzo), que «é bar e tenda, formato tradicional». «Eu son fotógrafa, pero agora co bar e os fillos non exerzo», comparte. Nos echamos (sin toalla) a escuchar parte de una historia que llevó a sus padres a emigrar a Suiza. «Volveron no 92 e no 93 montaron o bar. Eles levaban o negocio mentres miña irmá e eu estudabamos. Meu pai caeu, tivo unha lesión que o mantivo en coma dez anos. Despois morreu, e entón eu vin para a casa a axudar e quedei», cuenta de una pieza.

Para ella es un lujo vivir en la aldea. «Treos é un sitio que cada vez ten menos poboación, que é unha pena... É que aquí vívese xenial. É un lugar estupendo para criar os nenos, faise rede con veciños deste e doutros núcleos que están próximos. Os pais, as nais, os avós axudámonos. A xente de aldea apañámonos ben. E vivir aquí é barato, só hai que adaptarse ao medio. Da aldea digo o mesmo que da praia: é unha marabilla. E por riba, gratis!». El sol no sale, lo pone ella.

«Es un desfase, tarde una hora en prepararme»

Tiene 39 años, está soltero y no tiene hijos. ¡Y menos mal! Porque él solito tarda lo suyo en prepararse para disfrutar de una jornada al sol. «Es un desfase, tardo como una hora en prepararme porque llevo siempre muchas cosas», dice Iván Piñeiro, que añade: «El día que tenga hijos, la verdad es que no sé como voy a hacer. Va a ser un circo, ja, ja, ja».

MARCOS MÍGUEZ

Entre los bártulos que acostumbra a llevar consigo no falta nunca una mochila llena de táperes. «Mis amigos me llaman taperman de broma porque siempre voy cargado con ellos». La explicación es que Piñeiro procura comer cada tres horas. «Entonces tengo que llevar bastante comida, siempre me traigo, por ejemplo, arroz con verduras», indica. Además de previsiones para no pasar hambre, no le falta nunca un termo con té. «Tomo muchos, entonces voy variando cuál me llevo». Más allá de bebida y comida, a Iván le acompaña también su tabla de pádel surf. «Doy clases de surf, pero también me gusta mucho hacer pádel, entonces vengo cargado con la tabla, con el remo y con el neopreno». Entre otras cosas, Piñeiro también practica yoga y algunas veces no duda en llevarse una esterilla al arenal para hacer posturas de esta disciplina. «Hoy no la traje, pero es habitual que lo haga ya que me gusta mucho. También me traigo un libro porque me encanta leer y ahora estoy con el de los Yoga sutra», aclara.

Por si esto no fuera suficiente, algunas veces Iván añade más peso a su cargamento. «Como soy músico y tengo una banda con mi hermano gemelo, Os Piñeiros Band, muchas veces me llevo la guitarra a la playa porque es uno de los sitios en los que más me inspiro y aprovecho para componer nuevas canciones», comenta. De hecho en breve sacará un single que seguramente haya escrito mientras estaba relajado en la playa.

Sin bañador, pero cargado

Iván vive muy cerquita del mar «en Oleiros, cerca de la playa de Espiñeiro en O Xunqueiro», comenta, pero a veces se desplaza de su zona porque le gusta ir también a arenales nudistas. «Puedo prescindir del bañador, pero no de todo lo demás que llevo siempre conmigo. Desnudo, pero con mil cosas», bromea. Porque afirma que vaya a donde vaya nunca se olvida nada: «Soy muy organizado para eso».

«Yo no bajo ni toalla a la playa»

A sus 29 años Fran Sánchez no se complica para ir a tomar el sol. «Yo no llevo ni toalla a la playa», afirma Fran Sánchez. A sus 29 años aprovecha los pocos días que Lorenzo se ha dejado ver por la ciudad herculina para coger un poco de bronceado en la arena, pero sin llevar una mochila al hombro para guardar sus cosas porque por no llevar, ni siquiera lleva crema para protegerse de los rayos.

MARCOS MÍGUEZ

«Me la echo antes de salir de casa, luego en la playa; si veo que me estoy quemando; le pido a algún amigo que me deje la suya. Y si voy solo, malo será que no me la preste alguien que esté en la playa», dice. En cuanto a lo de no llevar toalla, explica que normalmente acude acompañado al arenal y que sus amigos siempre le hacen un hueco en las suyas. «Como ahora se llevan estas toallas tipo pareo tan grandes siempre tengo algún amigo que me deja tumbarme a su lado». Y si va solo, se apaña. «Si vengo solo suelo venir en bici, entonces llego, me doy un baño, me seco un poco al sol y sigo la ruta», dice el cambrés.

Sin complicaciones

Para Fran no es necesario ir cargado con un montón de cosas para disfrutar del sol. «Llevo puesto el bañador, una camiseta, las gafas de sol y siempre el móvil y la cartera porque hay que tener algo de dinero para tomar algo y no deshidratarse», confiesa.

A pesar de que a la playa no lleva toalla por comodidad y no por olvido, admite que en ocasiones sí es un poco despistado. «Por ejemplo en el gimnasio alguna vez se me ha olvidado el gel para ducharme, pero se lo pido a alguien y solucionado». Como vive en Cambre y... vaya, vaya, allí no hay playa, elige el arenal al que ir a ponerse moreno en función del medio de transporte que utilice. «Si aprovecho para ir a dar un paseo con la bicicleta, que es algo que me gusta mucho, puedo ir también a la zona de Santa Cristina, en Oleiros, que es la que queda más cerca desde Cambre. Luego, otros días vengo aquí a Riazor con amigos que viven en A Coruña, o ya los fines de semana nos desplazamos a otras playas un poco más lejos», explica.