Localizada una nueva alvariza de gran tamaño en el monte Faro vimiancés

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

CARME TOBA TRILLO

Es mayor que la identificada la semana pasada, aunque peor conservada

08 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El monte Faro de Vimianzo, y en general este municipio y algunas localidades de los alrededores, tuvo que ser en su día un colosal foco de producción apícola, con alvarizas o abellarizas en todas sus estribaciones. Salvo para los propietarios de los conjuntos o sus herederos, además de algunos vecinos cercanos, el conocimiento de esa riqueza patrimonial se ha ido perdiendo con los años, sepultada por la maleza o desmoronándose.

No obstante, hace años que varios conjuntos, de mayor y menor tamaño, están bien ubicados. Y de vez en cuando trascienden hallazgos que impiden que otras pasen al olvido. Si la semana pasada una integrante de Apatrigal localizaba una alvariza monumental cerca de la Casa do Prado, ayer dio con otra no demasiado lejos. Pero hay diferencias importantes entre ambas.

La primera se conserva en magnífico estado, tanto que impacta su presencia, y estaba productiva hasta no hace tanto. El acceso es relativamente sencillo. Tanto debe serlo, que ya ayer se veían los rastros de ruedas de los vehículos de los visitantes que han querido conocerla en las últimas jornadas. Casi al lado está el Rego de Mourelo.

La localizada ayer es incluso mayor. Uno de los lados mide casi 20 metros, por 16 el opuesto, y más o menos similares los otros dos. Pero su rastro ya no es perceptible ni en la aplicaciones de mapas aéreos, que tanto ayudan a veces en las búsquedas (lo mismo que la toponimia o el asesoramiento de los mayores), porque la maleza lo invade casi todo.

También el camino de acceso, que hay que desbrozar. Casi ni se ve, y los tojos lo invaden prácticamente por completo. Imposible acercarse sin fouciño. De nuevo, está a pocos metros de otro riachuelo, el Rego das Borrallas. En el interior no se aprecian las campas de los cortizos, las hileras en las que se agolpaban las colmenas. Tal vez fueron trasladadas, o destruidas, o su disposición era distinta. O simplemente los cortizos estaban solos, sin las piedras protectoras.

Buenas losas

Pero el conjunto exterior es incluso más impactante, con muros elevados de buenas piedras y losas de mejor calidad, señala la muxiana Carmen Toba, vocal y miembro de la junta directiva de Apatrigal, que preside el arquitecto Carlos Hernández. El acceso a pie solo es factible por la parte superior. La de abajo, próxima al río, está cercada por árboles de importante tamaño, además del propio muro. Como en otras alvarizas, hay un buxo (boj), cuyas ramas se usaban para la limpieza interior. El desnivel es pronunciado, y se aprecian dos filas de campas en los lados.