El dinero no calla la libertad de expresión

J. Manuel Ferreiro SAQUE DE BANDA

VIMIANZO

19 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El fútbol es el deporte rey por todo lo que implica desde el punto de vista social, cultural, deportivo y económico. Muchos quieren vincularse al fútbol para darse a conocer y tener un nombre. Y si es autónomo o empresario, todavía más, para dar a conocer su empresa. Lo más grave es que a algunos no les llega con ser presidentes o directivos. Tienen que presumir de su comportamiento indecoroso y poco deportivo, tal y como marcan las reglas del juego limpio. Creen que hay barra libre, sobre todo si se tiene la cartera llena. Insultan a colegiados y jugadores echando pestes por la boca y, lo que es peor, alardeando de ello con los que les ríen las gracias y nunca arrepintiéndose de esos insultos o salidas de tono en los campos de fútbol de la Costa da Morte.

El fútbol, como cualquier otro deporte, tiene sus propias reglas, sancionando no solo aspectos del juego, sino aquellos comportamientos ajenos al buen espíritu deportivo, incluidos directivos, jugadores y aficionados. Juan Silva Jallas, expresidente del Baíñas, es uno de esos personajes que creen estar por encima de todo y de todos.

El arrepentimiento no entra en su vocabulario, porque después de varias sanciones por parte de la Federación Gallega de Fútbol por sus comentarios fuera de tono hacia los árbitros, nunca pensó que pudiera estar equivocado. La palabra perdón no entra dentro de su vocabulario.

No contento con criticar a colegiados o a compañeros de corporación de distinto signo político, da un paso al frente e intenta coartar la libertad de expresión a quien a lo largo de más de treinta años desempeña su labor de informar del deporte en la Costa da Morte.

El expresidente, expolítico y empresario se cree que está por encima del bien y del mal. Él tiene la única razón. Los demás son los equivocados. Puede insultar, porque se considera intocable. No contento con los escándalos protagonizados en los últimos años en el mundo del deporte, más en concreto en el fútbol, ahora pretende que no se informe. Que para hablar de Juan Silva necesitemos de su aquiescencia. No quiere, bajo ningún concepto, que se informe a la opinión pública de sus insultos o salidas de tono en los campos de fútbol. Antes, según él, debe ser consultado. Se olvida, como tantas veces, que hay libertad de expresión, que también deriva en la libertad de prensa, que recoge el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y en el que se puede leer: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación…». Pero Juan Silva Jallas prefiere su propio artículo: yo digo e impongo. Son muchos años ya dedicados a esta hermosa profesión para que alguien pretenda ahora venir a amedrentarme. Va bueno.