Era una situación anunciada, por más que Antelo y su equipo se empeñasen en ocultarlo en los últimos meses cuando ya estaba hecho, y ahora habrá que ver si la vía de agua se tapona aquí o si la inundación acaba de hundir la nave del BNG. El abandono de la formación por parte de sus representantes en Vimianzo no pasa, por el momento, de la pérdida para los frentistas de un municipio importante con mayoría absoluta y, en general, éxitos de gestión. Sin embargo, podría convertirse en una puerta abierta de salida en otros concellos, algunos de ellos vecinos, donde las mayorías silenciosas de las que tantas veces se habla en contra de las líneas duras del partido están en disposición de aflorar en cualquier momento.
Más allá de los votos de la última asamblea nacional, que legitiman a Ana Pontón para llevar hasta las últimas consecuencias las directrices de la UPG y no juntarse con más nadie que consigo mismos, son varios los alcaldes los que ven un riesgo claro de que el Bloque pase de estar seriamente tocado a resultar completamente irrelevante en términos autonómicos, como ya le ocurre en el espectro estatal.
Así, entre quedar diluidos en una formación de corte centralista como Podemos o convertirse en un reducto de las esencias nacionalistas la disyuntiva no se presenta precisamente sencilla para los regidores, que temen más que al infierno encontrarse con un hipotético gobierno de la Marea, o como se llegue a llamar en la Xunta, y ellos encontrarse al margen. Por ahora el pegamento del poder provincial y la vía directa a los fondos de la Deputación previenen posibles fracturas, pero habrá que ver hasta cuándo.