Temporales, robos, accidentes y desidia ponen en riesgo los cruceiros de la zona

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

La riqueza patrimonial que representan los numerosos cruceiros de la Costa da Morte sufre múltiples amenazas

12 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La riqueza patrimonial que representan los numerosos cruceiros de la Costa da Morte sufre múltiples amenazas. Y no solo amenazas, sino realidades. Los robos, los temporales, los accidentes y el abandono por parte de sus propietarios (generalmente, la Iglesia, pero existen muchos casos de dominio público y particular). Incluso el vandalismo: el caso más llamativo ocurrió hace 15 años, cuando unos desconocidos dedicaron la noche a destrozar tres cruceiros. Por suerte, no se ha repetido un episodio semejante.

Los temporales tienen buena parte de culpa de los destrozos. En muchos casos se han ido reparando. En otros, aún no, como ocurre con el de As Herbas, situado entre Sábade y Estimán, a mano derecha en la carretera que baja hacia el cementerio de colores. Se lo llevó el Klaus, un temporal de febrero del 2009. El Concello guarda los trozos hasta que la Iglesia (siempre, como en todos los casos, con el visto bueno de Patrimonio) se decida a restaurarlo. Los casos de mal tiempo son muchos, como pasó en Valenza (Coristanco) con el Gordon en el 2006; en Canduas o en Dombate. O en Fisterra, en la Cruz da Costa da Morte, partida en el 2010, reparada rápidamente, pero quebró de nuevo en abril del año pasado, está encargado el arreglo a un cantero, pero aún no hay nada.

El de San Martiño de Meanos, en Zas, es de la Iglesia, que guarda los trozos, a ver si se puede reparar. Un rayo lo partió hace casi un mes. Curiosamente, hará unos cuatro años, un coche chocó con él, pero no llegó a tirarlo.

Tampoco cayó el del campo de la fiesta de Lamas, en el mismo municipio, a causa de un golpe de un camión durante las obras de asfaltado. Fue arreglado de inmediato con resina epoxi.

Las reparaciones nunca son baratas. En el 2007, un camión de reparto se llevó por delante el de la Praza do Pan. En noviembre del 2013, un turismo chocó de nuevo y lo hizo añicos. Lo reconstruyó un cantero, y el coste fue de 7.500 euros. Quedó listo en mayo del 2014. Otros canteros, los de la Escola de Poio, se encargaron de reparar el de Calo, en Vilastose-Muxía, que se había llevado por delante un camión. Fue en el 2009 y costó 7.000 euros. Y no fue el único caso de Muxía. Ni siquiera el más llamativo: tal honor le correspondió al de la rectoral de la Barca, que luce ahora con nueva plaza.

Los robos parecen ya olvidados, pero entre los años 1998 y 1999 desaparecieron al menos una decena de cruces. En algunos casos se colocaron otras nuevas, como pasó en Coéns (Laxe), en A Carballa (Serramo-Vimianzo), o en Meanos (Zas). Otros de Laxe siguen esperando. Incluso robaron algunos levantados en memoria de marineros ahogados, como el que había en Sartañas (Cerqueda-Malpica) en el 2004. En O Allo se ha construido uno nuevo, obra de Anxo Cousillas, bajo el diseño del cura Fidel Fernández, de líneas bretonas.

Algunos ejemplos

Vimianzo. Tines. Lleva casi un año roto, fruto de un accidente con la grúa de un camión. Como el causante del destrozo no lo reparó, será el Concello vimiancés el que lo haga. Ya ha encargado el proyecto.

Fisterra. Pendiente desde abril. El Cruceiro da Costa da Morte. Quebró por un temporal el 14 de enero del 2010 y se arregló en marzo de ese año. Rompió de nuevo en abril pasado, y hasta hoy. 

Dumbría. Entre Sábade y Estimán. O, lo que es lo mismo, entre las parroquias de Berdeogas y Dumbría. Es conocido como Cruceiro das Herbas, y lo derribó el temporal Klaus en el año 2009. 

Vimianzo. Dañados desde hace mucho. Como este de Boallo, junto a los restos del pazo, en Berdoias-Vimianzo, con un fuste excepcional. La cruz es historia, en todos los sentidos. 

Vimianzo. Excepcionales sin protección. El Cruceiro dos Santos es una de las joyas de la Costa da Morte, entre el lugar de Cheis (Bamiro-Vimianzo, municipio al que pertenece), y Vilar (Zas).

Malpica. Particulares. Muchos. No tienen valor patrimonial, pero sí personal y familiar. Y tampoco se libran de los destrozos, como este de Aviño (Cambre-Malpica). Lleva ya mucho tiempo así.