«Figuro como oriundo de Coucieiro»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

XESÚS BÚA

Un trabajo sobre tempestades devuelve al artista bonaerense a la tierra de su abuela

15 mar 2017 . Actualizado a las 10:29 h.

Fernando Maselli (Buenos Aires, 1978) es nieto de Rosalía Divina, hija de Manuel Martínez Lema, que en 1929 se llevó a sus nueve hermanos a Argentina para ayudarle con la empresa de distribución de leche que había montado unos años antes. Casi 90 años después este fotógrafo bonaerense ha regresado a la tierras de sus antepasados persiguiendo temporales. Ahora que ha encontrado el lugar donde el mar es un paisaje sublime, el nombre de su último trabajo, dice que volverá, aunque nunca se haya ido porque, según dice, en el consulado «figuro como oriundo de Coucieiro», la parroquia de su bisabuelo.

-¿Cuándo emigró su bisabuelo muxián?

-Cuando tenía 16 años. Más tarde volvió y se casó con mi bisabuela, que era de Vilar de Outeiro, y dos años después nació mi abuela, Rosalía Divina Martínez Valiña. Hemos perdido el contacto con la familia de Muxía, porque apenas queda nadie ya. En 1929, cuando la niña tenía ya diez años, las mandó llamar a ellas y a sus nueve hermanos, todo menores que él, para trabajar en la empresa lechera que abrió en el barrio de Palermo, en Buenos Aires.

-¿De ahí la conexión italiana?

-Sí, mi abuela ya se casó con un italiano, pero mi madre, que también se casó con uno, mantuvo siempre el vínculo con Muxía y la Costa da Morte.

-¿Cómo?

-Los dos estamos empadronados como oriundos de la parroquia de Coucieiro.

-¿Por qué mantuvo esa relación?

-Cuando mi madre, Margarita Lucía Añoretti, tenía 15 años, en 1957, acompañó a mi abuela, que había heredado tierras en la zona de Moraime. Creo que eran montes de pinos o algo así. Hubo que arreglar papeles y solucionar varias cuestiones y estuvieron un año viviendo entre Cee y Muxía, en casas de familiares. Mi madre me hablaba mucho de esa zona, explicaba que estaba muy atrasada, que el baño estaba en los establos y que los caminos eran de tierra. Buenos Aires era entonces una ciudad moderna, que no había sufrido las crisis que vinieron después. A finales de los años 80 mi madre volvió a Muxía. Explicó que todo había progresado muchísimo, que la zona estaba fenomenal. Fue entonces cuando decidió mantener la nacionalidad y empadronarme a mi también. Le estoy muy agradecido por el pálpito.

-¿Por qué?

-Porque pude venir a España cuando se desató la crisis del corralito, en el 2001. Estoy instalado en Madrid desde entonces.

-¿Fue ese empadronamiento lo que le llevó a Muxía?

-Realmente, no. Estoy trabajando sobre oleajes y tempestades y busqué por el territorio español las zonas con más actividad. Estuve en Asturias y, después, vine a la Costa da Morte. Pienso volver cuando tenga noticia de un nuevo temporal, que espero que sea pronto.

-Espero que no.

-Claro, para ustedes, viviendo allí es más complicado...

-Por lo que veo se dedica a perseguir temporales.

-Forma parte de un trabajo que empecé hace años sobre el paisaje sublime, un concepto de belleza que se basa en el poder destructor de la naturaleza. Hace años empecé por las montañas, pasé después a los cielos y ahora estoy con el mar, con las tempestades.

-¿Ha sentido alguna conexión con la gente? ¿Le queda alguna gota de sangre gallega?

-La verdad es que he sido muy bien recibido, pero no he notado una conexión especial. Yo creo que me pesa más el lado italiano, aunque el paisaje me ha gustado muchísimo. El mar tiene más fuerza en mí. Mi ascendencia italiana es más de tierra adentro, del interior. Si hay una conexión con Galicia es por el tema del paisaje y lo rudo que es allí. En medio de las tormentas me sentí muy cómodo. Ojalá haya otro temporal pronto, aunque con olas de cuatro o cinco metros tengo suficiente.

-Pudo explicar su trabajo a los vecinos.

-Sí, tuve la oportunidad de hablar sobre El paisaje sublime en el albergue Bela Muxía. Tengo la intención de centrarme en las tempestades de esta zona porque no solo me ha encantado entorno, sino que además ya tengo localizado el alojamiento.