«Espero que el pez pequeño crezca y se coma al grande»

J. v. L. cee / la voz

MUXÍA

j. m. casal

Una denuncia le obligó a desmontar el chiringuito ilegal que tenía como forma de vida en Morquintián

02 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La matanza de Srebrenica fue la «gota que colmó el vaso» y llevó a Piero Peri?ic, Pere, como le conocen en Muxía, a cambiar Rijeka, el mayor puerto comercial de la antigua Yugoslavia por Cataluña «sin mirar atrás» y con la vista puesta «en el futuro, no desde un punto de vista material, sino para crecer como persona». Después de 13 años, casi la mitad de ellos esperando por los ansiados papeles, en 2008 notó que se sentía de nuevo «absorbido» y que necesitaba parar. Encontró en el Camino, durante más de cuatro meses desde la Costa Brava, la manera de hacerlo y en Muxía su «fin del Camino» en el que quedarse.

Después de integrarse durante una temporada en la cooperativa Aurora de los Caminos y de trabajar en Buxán, encontró lo que para él era la fórmula de conjugar esa pasión por la ruta y encontrar un medio, no para ganar dinero, sino para cubrir necesidades básicas al margen de la artesanía de madera. La solución era un chiringuito en Morquintián que funcionaba con donativos les ofrecía refrescos, cafés, dulces y algo de comida por lo que cada uno considerase que debía pagar.

«Procuré encontrar una manera legal, porque quería hacer las cosas bien. Presenté una solicitud y me reuní varias veces con el alcalde [Félix Porto] con el que tengo buena relación», explica. Sin embargo, la respuesta que tuvo, según dice, fue el silencio administrativo, porque, entre otras cosas, su proyecto, una estructura muy modesta de hierros, sin siquiera corriente eléctrica, no se adapta a muchas de las exigencias.

Desde el Concello ya le alertaron que en caso de denuncia tendría que desmantelarlo. Abrió en Semana Santa y tenía pensado cerrar en noviembre, pero el 2 de septiembre le llegó por segunda vez la Policía Local, esta vez con una denuncia de la asociación Solpor en la mano, y lo retiró «con mucho dolor», pero motivado por «cumplir la palabra» que había dado y no meterse en un conflicto mayor.

Aún consciente de que no tenía permiso para su actividad, cree que se ha cometido con él una injusticia porque «no tenía ánimo de lucro», sino que era necesario para su «situación existencial». Como le dijo un peregrino italiano el día que lo retiraba, «el pez grande se comió al pequeño», en referencia a la asociación empresarial, y ahora lo que espera es que «el pez pequeño crezca y se coma al grande» porque mantiene su idea de montar algo parecido en Morquintián rehabilitando una casa que está en ruinas.