«Eu ás pedras débolles moito»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

Ramón Vilela alterna el marisqueo con la pesca de la lubina en la costa de Muxía.
Ramón Vilela alterna el marisqueo con la pesca de la lubina en la costa de Muxía. Xesús Búa

El más veterano mariscador de Galicia tendrá que dejar de faenar a finales de agosto

05 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ramón Vilela Ferrío cumplirá 65 años el 23 de agosto. Es el percebeiro más veterano de Galicia. Se enteró de eso el año pasado, cuando le hicieron presidir la mesa de edad en las elecciones para la Federación Galega de Confrarías.

Ayer mismo aún estuvo faenando en la zona de Cuño y eso que «o mar estaba ben malo». Llegó a casa y se echó una siesta porque, según reconoce, «agora sen descanso non podo seguir, chego co corpo rompido».

Comenzó a ir a los percebes hace 53 años. Era el mayor de una familia, conocida como Os Pescos, precisamente por estar formada por un marinero y una labradora, nacido en Morquintián y criado en la playa de Nemiña, «nunha caseta de tablas», porque a su padre «non lle gustaba a terra» y se ganaba malamente la vida como pescador y después, como mariscador, cuando los percebes empezaron a ser valorados.

Cuando Ramón Vilela, o Moncho do Pesco, empezó a ir a ellos eran solo una ayuda para la gente de ribera. «Vendíamolo en Touriñán, nunha taberna que había, por seis pesos». Los compraba una de sus tías, que los mandaba a A Coruña.

Quizá de aquellos tiempos a Ramón Vilela le ha quedado su incapacidad de disfrutar de estos crustáceos tan valorados. Tampoco le gustan las nécoras. Su padre se dedicaba a capturarlas. «Na casa non había pan e caldo, pouco, pero nécoras había moitas porque nós comiamos as que morrían e non se podían vender».

Con más de medio siglo de experiencia a sus espaldas, Ramón Vilela reconoce que le tiene cariño «ás pedras», sobre todo por lo mucho que les debe. Con lo que ha sacado de ellas, tanto él como su mujer, sacó adelante a dos hijos que nunca se dedicarán a mariscar, aunque «tampouco se defenderían», dice su padre. Uno es profesor de matemáticas y otra, concejala.

Ese aprecio por la vida de percebeiro hizo que la catástrofe del Prestige fuera especialmente dura para Ramón Vilela. Fue entonces cuando dimitió como presidente de la agrupación. Solo estuvo ausente esos cuatro años. De hecho, ya estaba a la cabeza de los percebeiros cuando ni siquiera existía la organización, creada hace 22 años. Ahora sigue ahí, pero reconoce que cada vez se siente más lejos de los jóvenes. «Non se dan conta do que fan. Ás pedras hai que respetalas, eu xa as vin esquilmadas», explica el percebeiro, que, a pesar de su edad, no se siente en absoluto ajeno a lo que ocurre en la concesión. «Dinme que non me preocupe, que xa non me queda nada, pero eu téñolle moito aprecio ás pedras e véxome con ánimo para axudar», señala. A pesar de la edad no para: «Este fin de semana aínda fun correr detrás dos furtivos».

 

Coeficiente reductor

Como todos los mariscadores podría haberse acogido al coeficiente reductor para jubilarse con un año de antelación, pero no lo hizo porque se encuentra bien y, sobre todo, porque los percebeiros apenas empezaron a cotizar hace veinte años, con lo que difícilmente podrán recibir la pensión completa. De hecho, su mujer, a la que todavía le quedan tres años para dejar de faenar, solo podrá cobrar la mitad. Él lo tiene algo más fácil porque se compró un barco, se enroló y empezó a pagar a la Seguridad Social. Apenas lo utilizó, pero le sirvió para cotizar algo más. De no ser así, poco le hubiera quedado.

De su época de pescador le queda su pasión por las lubinas, a las que todavía se dedica durante el invierno, cuando el mar hace muy difícil llegar a los percebes.

A partir de agosto será un jubilado y muchas cosas cambiarán en Muxía. Habrá que elegir un nuevo presidente para la agrupación y a él le tocará acompañar a su esposa hasta las rocas y «ver os touros desde a barreira», lo que, según imagina, no le será nada fácil. Más sencillo será pasar el tiempo con su nieta. «Ela é o mellor que me está a pasar neste momento. Alégrame a vida», explica emocionado.

En Muxía no quedan ni setenta percebeiros y llegó a haber 90. A pesar de eso, sigue habiendo interés por una profesión de la que se puede vivir, aunque cada día es más complicado. Los precios han bajado con la crisis y hay que cuidar mucho las piedras para que sigan dando sus frutos como hasta ahora. Para Ramón Vilela esto es fundamental.