«Lo que has sido condiciona lo que eres y lo que puedes llegar a ser»

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

Víctor del Árbol visitó el santuario de la Virxe da Barca de Muxía.
Víctor del Árbol visitó el santuario de la Virxe da Barca de Muxía. xesús búa< / span>

El ganador del Premio Nadal ambientó su obra en la Costa da Morte

14 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Víctor del Árbol (Barcelona, 1968), flamante Premio Nadal 2016, un galardón que según dice le sirve para decir que es «un escritor que fue policía durante 20 años» y no al revés, como temía que le considerasen hasta ahora, ha vuelto a la Costa da Morte, donde 10 años antes encontró la atmósfera que envuelve a sus personajes, atrapados por ese pasado del que nadie puede huir e impregnados de un dolor pese al cuál no tiran la toalla.

Del Árbol, que se casó con una vecina de Trives, en Ourense, ha vuelto a Muxía, una tierra que no visitaba desde hace una década aunque estuvo posteriormente en Malpica, para presentar La víspera de casi todo (Destino), que después de El peso de los Muertos, La tristeza del samurái o Un millón de gotas y cosechar algunos de los premios más importantes en Francia, que lo hicieron éxito de ventas, lo consagra definitivamente en España.

Dice que no ha querido hacer una novela sobre Galicia ni sobre la Costa da Morte, que de hecho no lo es, aunque sí ha utilizado el ambiente para marcar el lugar a donde los personajes tratan de marchar sin conseguirlo y eso se lo dio la luz y la gente de la comarca. «El paisaje y la naturaleza te obligan. Aquí no hay resignación no hay excusas. La vida es como es y a mí no me cuentes películas. Si tú estás aquí te tienes que adaptar. Esta tierra se llama Costa da Morte por algo, imprime carácter. La gente se aferra a lo que es y quiere volver», señala el autor después de visitar la Pedra de Abalar y el santuario de A Barca.

Por ese contexto, más emocional que físico, sus personajes: Paola, Germinal, Dolores,... arrastran sus propias existencias, con pesadas cargas detrás en forma de pérdidas irreparables y de culpas imposibles de expiar. Pero lo hacen, y aquí la clave de todo, sin tirar la toalla. Todos escapan a la Costa da Morte huyendo de su pasado, no lo logran pero aun así tratan de sobrevivir y pese a tener la pistola muchas veces en la boca no aprietan el gatillo.

Del Árbol dice que sus protagonistas no logran escapar porque eso es imposible, se sumergen en sus propias «elipsis interiores pensando que se pueden reinventar y no es verdad. Lo que has sido condiciona lo que eres y, si no puedes desprenderte de ello, condiciona lo que puedes llegar a ser». Sin embargo y aunque admite que emplea un dolor brutal, no una «violencia pornográfica» al estilo Tarantino, todo ese sufrimiento tiene un sentido. «Yo no soy un escritor depresivo, utilizo el dolor como motor de la lucha. Como me decía mi padre: ?chaval, vivir es un oficio jodido?», añade el escritor, ahora en la ilustre lista de los 72 galardonados con el premio Nadal, que destaca que sus personajes «a pesar de todo y de que no tienen motivos para ello, quieren vivir».

Víctor del árbol escritor que antes fue policía