El prismático de Caamaño aguarda aún sin estrenar

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

Chete Pose con el prismático que guarda en Corcubión junto a muchos recuerdos del autor.
Chete Pose con el prismático que guarda en Corcubión junto a muchos recuerdos del autor. jorge parri< / span>

El yerno del fotógrafo muxián guarda el aparato comprado hace más de 30 años y que no le dejaron instalar en A Barca

20 nov 2015 . Actualizado a las 07:54 h.

Los restos de ladrillos presentes aún hoy junto a la Pedra de Abalar en la punta de A Barca de Muxía sacaron a la luz un elemento más del legado del fotógrafo muxián Ramón Caamaño hasta el momento solo conocido por unos pocos.

El prismático que pretendía instalar en ese punto, una prueba más de sus inquietudes técnicas que le llevaban a experimentar con todo cuanto artilugio caía en sus manos, que el párroco del momento le impidió colocar, descansa hoy en Corcubión, en casa de Chete Pose, el yerno del fotógrafo depositario de su legado.

Tal como afirma Pose «está sen estrear» porque nunca ha cumplido su verdadera función y conserva todos los elementos originales, incluido un trípode de madera de factura artesanal que lleva el inconfundible sello de Caamaño y de sus ansias por lograr con los mínimos elementos los medios técnicos necesarios para su trabajo. Una pasión, que como recuerda Pose y otras personas que lo trataron en vida, le llevaba incluso a elaborar él mismo los productos químicos de los revelados o modificar los equipos para lograr el resultado deseado. De ahí que en la memoria de todos quede aquella frase de Caamaño de «hoxe fotógrafo é calquera», cuando en los últimos años comprobó como la tecnología digital solucionaba en segundos desafíos que a él le llevaron una vida.

Ramón Caamaño, el primer fotoperiodista. Ramón Caamaño Bentín, fallecido en el año 2009, es considerado por sus imágenes de la guerra en Aragón uno de los primeros fotoperiodistas gallegos, aunque su verdadero legado lo constituye la crónica gráfica de toda una época. FOTO J. M. CASAL