Vecinos de Muxía plantean quemar la carpintería nueva de A Barca

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

Vecinos congregados en torno al altar de madera de la basílica durante la recepción de ayer.
Vecinos congregados en torno al altar de madera de la basílica durante la recepción de ayer. xesús búa< / span>

El vicario general asegura que no le llegó ni una sola queja por escrito

26 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La mayoría de las críticas vertidas por los vecinos de Muxía en el la recepción de las obras de A Barca fueron secundadas por sonoros aplausos del centenar de personas que protestaban por el resultado de la restauración, ante el vicario general de la diócesis, Víctor Maroño, que tuvo que escuchar de todo, incluso críticas teológicas. Sin embargo, la propuesta que mayor efusividad desató fue la de retirar toda la carpintería y plantarle fuego. Caló la idea de que está hecha con madera de Ikea y la repetían vecinas octogenarias con dudoso conocimiento de lo que son los muebles de la marca sueca.

Al margen de esta cuestión, la más comentada y llamativa, y la de las humedades -porque se volvió a insistir en que tiene que haber aparatos que saquen el agua de paredes de un metro de grosor-, otras quejas, aunque expresadas en tono elevado, sí fueron entendidas como razonables y subsanables por parte de los técnicos.

Por ejemplo, en uno de los accesos a la sacristía existen dos escalones de una altura excesiva para personas con problemas de movilidad, y la peana giratoria para la imagen de la Virgen está situada de tal manera que, si se coloca la talla, no cierran las puertas. Como tampoco cierra ni abre en condiciones la del lateral de la basílica, que, de hecho, tuvo que ser cepillada para acceder con cierta normalidad.

Más allá de eso, las críticas llegaban al detalle de que las puertas de bronce del altar están sin limpiar, al igual que el mármol de la balaustrada. Tampoco gustaron las líneas rectas y las formas limpias del sagrario o las asientos de los oficiantes. De ahí que el conjunto haya recibido calificativos como: «Unha vergoña», «galpón», «corte das vacas» o «sitio indigno» entre otras muchas expresiones vecinales, que tampoco se cortaron con las apelaciones al silencio o a la estancia en lugar sagrado.

Apelaciones que el vicario aguantó con cierto estoicismo, mientras repetía, al igual que la arquitecta, que esta no es la fase definitiva, que las deficiencias se pueden analizar y subsanar pero que a él, hasta el momento, no le ha llegado ni una sola queja por escrito que les moviese a actuar en ese sentido.

El ecónomo diocesano resalta que los donativos recibidos fueron 4.000 euros, de unos alemanes

Al igual que los vecinos expusieron sus quejas, desde el Arzobispado también quisieron dejar claras unas cuestiones, como el hecho de que la visita al templo organizada por el párroco el domingo fue «ilegal» e incluso potencialmente «peligrosa» porque se trataba de una obra sin recibir, como dejaron entrever fuentes de la Archidiócesis.

Sin embargo, el más claro en su exposición fue el ecónomo diocesano Dictino Maceira, que citó punto por punto de donde procede la financiación, a que se destinó el dinero de la obra y como se realizó el proceso. «Aínda que non era necesario un concurso público, tampouco prexudicaba a ninguén e queixemos facelo pola importancia do santuario, pola relevancia mediática e porque non sabiamos como se ía a financiar», afirmó Maceira, quien detalló que concurrieron 23 empresas y nueve de ellas presentaron proyecto, de las que solo seis cumplían las condiciones técnicas.

Además, ante las reiteradas demandas de los vecinos, citó expresamente que los donativos recibidos, al menos los que llegaron a la administración diocesana, fueron de 4.235 euros «na súa maior parte duns cidadáns alemáns», al tiempo que quiso dejar también patente que, a su juicio, las deficiencias «non parece que sexan dunha gravidade tremenda».