Las prisas por reabrir A Barca desaparecen tres meses después

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

XESÚS BÚA

El párroco muxián sigue sin previsión alguna sobre cuándo habrá celebraciones

01 mar 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

A ver si para Semana Santa, como dice el párroco Manuel Liñeiro, aunque es más un deseo lanzado al aire que la constatación de una realidad, porque a día de hoy, tres meses después de que teóricamente quedase finalizado el grueso de las obras, aún no hay una fecha para la reapertura del santuario de Nosa Señora da Virxe da Barca de Muxía.

Lo que en principio era todo premura, con visita y compromiso específico del presidente de la Xunta y del Arzobispo de Santiago, ahora ha desaparecido por completo. Incluso el alcalde de la localidad había llegado a mostrar su enfado porque la Iglesia no eligiese el proceso más rápido para ejecutar los trabajos, pero en estos momentos el asunto ha desaparecido totalmente de la agenda política e incluso social.

Durante la última visita al templo, los representantes de la archidiócesis señalaron que ahora la apertura quedaba más bien en función de lo que decidiese la parroquia, pero es una responsabilidad de la que el sacerdote, al menos de momento reniega. «Nós non podemos tomar a decisión de abrir porque a obra non está entregada. De feito, incluso non sabemos se está rematada de todo. O que si, xa fai máis dun mes que non veñen por aquí nin os carpinteiros nin ninguén», añade Liñeiro, quien tampoco considera que se den las condiciones para oficiar en el templo en circunstancias normales porque «quedou todo varrido».

Lo último que se hizo fue colocar las imágenes salvadas del incendio, que se restauraron en la propia basílica, después de elaborados los elementos básicos de carpintería contemplados en el proyecto, como eran los de la zona del altar, incluidos el sagrario o las sillones de los oficiantes.

Según explica el párroco y otros feligreses habituados a lo que eran las ceremonias en A Barca -excluyendo la parte artística de darle una solución al retablo, que también sigue en punto muerto- como mínimo habría que confeccionar vestidos para las imágenes y un ajuar propio de la liturgia, además de colocar los bancos para el público, algo en lo que la idea de recuperar los viejos salvados del incendio también tiene muchos detractores.

Aunque públicamente nadie sale a decirlo, el proceso y el resultado de la restauración de la basílica ha dejado descontentos a distintos sectores, empezando por algunas empresas de construcción locales, que, además del trabajo perdido, sintieron como un menosprecio que hubiese que traer gente de fuera para arreglar un símbolo que siente propio. Más cuando los hay que están convencidos de que la humedad y la salitre que brota de los muros se podía eliminar en gran parte. También existe la sensación de que el compromiso desde diversos frentes fueron fuegos artificiales porque el grueso del dinero lo puso la aseguradora y no la Iglesia ni las instituciones públicas, con lo que reina una apatía en el pueblo que probablemente solo se rompa en función de lo cerca que esté septiembre.

La captación de recursos lleva casi estancada desde los días posteriores al incendio

Las cuentas abiertas para canalizar los ofrecimientos de ayuda que se amontonaban en los primeros días tras el incendio de las Navidades del 2013 sirvieron para reunir unos 12.000 euros que están a la espera de ser empleados, presumiblemente en la recuperación de elementos artísticos de la basílica. Sin embargo, la práctica totalidad de ese dinero data de las primeras semanas. Después la recaudación se paró en seco ante la falta de perspectivas y necesidades claras que motiven la solidaridad ciudadana.

Desde entonces, a parte del anda que encargó Protección Civil para sacar la imagen y la réplica que está en elaboración, el principal acto recaudatorio llegó de la mano del abogado muxián instalado en Santiago, Manolo Martín, que organizó una cena benéfica y una subasta de arte destinada al santuario.