Esplendor y ocaso de una cofradía: el caso de Malpica

Cristina Viu Gomila
Cristina viu CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

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Dos exfuncionarios de la entidad analizan los motivos por los que la economía del pósito se ha venido abajo

16 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La situación de la cofradía de Malpica preocupa porque la actividad pesquera es el motor económico de la localidad y porque las alternativas son casi inexistentes. Sobre la entidad pesa una deuda que supera los 300.000 euros. Las posibilidades de remontar son muy escasas, por lo que se ha planteado la venta de parte del patrimonio. Mucha gente no está de acuerdo y cree que hay otras salidas. La cofradía de Malpica llegó a ser riquísima. Dos exfuncionarios analizan el por qué de su esplendor y su decadencia. José Manuel Pombo Varela abandonó la entidad en el 2006, en tanto que Plácido Rodríguez, que era el responsable de la lonja, lo hizo en el 2004. Ambos entraron por oposición. Plácido Rodríguez está jubilado.

Traspaso

Lonja o cárcel. Hasta finales de los 70 la lonja era del Concello. José Manuel Vila Pérez, secretario de la cofradía que entonces apenas era mayor de edad, llevaba tiempo intentando, sin éxito, que se la cedieran. Plácido Rodríguez, que entonces llevaba un barco, le dio la solución. «Redondeaban á alta e se eran 7,5 cobraban 8, pero aos barcos dábanlle 7. Cada 15 días pagaban os vales no banco. Facían os papeis por triplicado, para banco, armador e lonxa. Eu sempre facía os cálculos e ía reclamar. Ao mellor eran 11.000 ou 3.000 pesetas, pero sempre había. Só con iso sacaban 600.000 pesetas ao ano. Cando José Manuel Vila se queixou de que o Concello non cedía a lonxa non tivo máis que presentarse cos vales amañados. Díxolles: Ou lonxa ou cárcel e ao día seguinte xa a tiña, e con catro traballadores», explica Plácido Rodríguez.

Ventas

El bebé que vendió 101,5 kilos de percebe. En 1986 entró Plácido Rodríguez a llevar a lonja. En ese momento se implantó el IVA, con lo que las ventas tenían que hacerse con partes de venta. Con el asesoramiento de un funcionario de Hacienda se creó lo que se conocía como factura de particulares, a los que la cofradía les tramitaba el impuesto y ellos lo liquidaban. Al principio eran unas pocas personas que traían «tres maragotas», según explica el que fue responsable de la lonja, pero con el tiempo fue haciéndose cada vez mayor, sobre todo cuando para coger percebe era necesario un carné de la cofradía, que se emitía previa presentación del de identidad. Había un tope de 5 kilos, pero eso no impedía vender mucho más. «Vendín 101,5 quilos de percebe a nome dun bebé de 3 meses. Fixéronlle o carné a propósito. Tamén vendían persoas que levaban mortas moitos anos, xubilados...», explica Plácido Rodríguez. Además, si pasaba de lo que hoy son 3.000 euros había que declarar y desde la cofradía avisaban de que estaban cerca del tope, para que vendieran con otro nombre.

No era esta, ni mucho menos, la única práctica irregular. De hecho, todas eran extrañas. Explican los exfuncionarios que 1.200 gramos era «un quilo e cuarto», pero también 1.400 gramos, aunque 1.450 ya era «quilo e medio» y 1.700 «quilo e tres cuartos». Incluso ahora se redondea en el peso, pero siempre a favor de los armadores, se queja una compradora. «Se é un quilo trescentos poñen quilo e medio. A que perde 200 gramos son eu. Non me compensa comprar en Malpica», indica. La lonja estaba llamada acoger la venta de casi todo el percebe de la Costa da Morte, pero eso duró poco. El lonjero recuerda que le hacían vender primero los crustáceos locales y los de fuera quedaban para el final. Ahora casi nadie vende allí.

Aunque con «modificaciones» las facturas fueron fundamentales a la hora de cobrar ayudas como las del Mar Egeo. José Manuel Pombo explica que fue la documentación que tenían en la cofradía lo que hizo que se incluyera a los malpicáns como afectados e incluso que los coruñeses cobraran porque en ese momento muy pocas lonjas tenían facturas oficinales de ventas.

Topes y sobre topes

Fiestas y vigilante. Los topes no son cosa de ahora. Siempre los hubo para el cerco. Las cuentas se maquillaban tanto en la lonja como en la cofradía, según confirman tanto Plácido Rodríguez como José Manuel Pombo. Si un barco traía 9.000 kilos de jurel, se apuntaban 6 toneladas de este pescado (lo máximo permitido) y 3 de faneca o cualquier otra especie. «Apuntábanse moitas cabras e rubias, que nunca soubemos como eran e houbo que cambiar», explica Plácido. Así, «vendéronse toneladas de bogas e lirios e en Malpica non houbo tal», explicó José Manuel Pombo. Además, la cofradía de Malpica fue la única que contrató a su propio vigilante para los topes del cerco. Sin embargo, el sueldo de este trabajador salía precisamente de los sobre topes, que eran tan espléndidos que incluso permitían pagar cestas de Navidad a todos los marineros y alguna fiesta, como la de San Antonio.

Cuentas

Sin caja B. Todas estas prácticas hicieron que la cofradía llegara a ser riquísima. José Manuel Pombo sostiene que no hubo nunca una caja B. De hecho, hubo una inspección de Hacienda que duró 3 meses. «Veu un tal Reniebla, que estivo durante tres meses tódolos días na confraría. Debeu ser no ano 90. Non encontrou nin unha peseta de diferenza, levantando os vales de 5 anos atrás. Sancionounos por non pagar o imposto de sociedades», recuerda José Manuel Pombo. A pesar de eso, Plácido Rodríguez recuerda como «branquexaba o peixe mesmo diante dos da Xunta». El sistema era muy simple y no quedaba constancia documental. Entonces «o polbo enchía a lonxa vella. Empezabamos a subasta as cinco da tarde e acabábamos ás once da noite», rememora Plácido.

Trabajadores

Siete funcionarios. Plácido y José Manuel eran dos de los siete funcionarios, incluyendo al secretario, que llegó a tener la cofradía. Eran siete sueldos que pagaba el Estado. Hubo momentos en que 19 personas trabajaban para la entidad. Ahora los empleados son 9 y están sometidos a un ERE. Solo queda un funcionario, trabaja en la fábrica de hielo, que fue construida con fondos propios de la cofradía, sin ayuda de la Xunta o la Diputación.

De ahorros millonarios a una deuda astronómica

Este mes tendrá que tomarse una decisión sobre la viabilidad de la cofradía. Una de las salidas es suspender pagos.

Finanzas

Setenta millones a plazo fijo. La cofradía tenía en el 2006 70 «millóns de pesetas», 420.000 euros, a plazo fijo, según José Manuel Pombo, que ese año pidió su traslado a la oficina agrarias de Santa Comba. Las pérdidas han sido enormes. Aseguran que la rula tiene una dependencia enorme del cerco, algo que también reconoce el actual patrón mayor, Pedro Pérez Martelo. Los últimos diez años han sido los peores. Pombo y Plácido creen que hubo gastos excesivos, sobre todo en material, incluyendo compras que mostraban un enorme poderío económico.

El «Prestige»

El principio del fin. Antes del año 2000, según José Manuel Pombo, los barcos de cerco comenzaron a marchar para vender en la lonja de A Coruña, «onde todo era máis en negro». Trabajaban durante la semana y el sábado y el domingo estaban en Malpica, explica. Todo cambió cuando llegaron las ayudas del Prestige. La Consellería de Pesca subvencionó la compra de camiones y furgones para los armadores y, a partir de entonces, nada volvió a ser lo mismo, pero no solo en Malpica. Las lonjas autonómicas, donde el control era mayor, comenzaron a perder ventas. También porque estuvieron cerradas y durante ese tiempo perdieron compradores, que buscaron otros lugares en los que abastecerse.