«Me siento peregrino, pero por mar»

melissa rodríguez, P. b. CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

La Voz

El australiano llegó ayer a Fisterra tras 35 días de recorrido y mil kilómetros en kayak

30 ago 2016 . Actualizado a las 10:40 h.

El australiano Timothy Wainwright, de 37 años, ha viajado expresamente a España para hacer el Camino de Santiago -la vía del Camino del Norte-, pero de una forma muy especial: en kayak. Arrancando él solo de Irún el pasado 26 de julio, consiguió llegar ayer a Fisterra a las 15.45 horas. Fueron treinta y cinco días y mil kilómetros por mar de superación personal que se animó a realizar para dar a conocer la labor moral de la organización Everyman’s Welfare Service con los miembros de la Fuerza de Defensa Australiana y sus familiares.

No es la primera vez que Timothy peregrina a Santiago. El año pasado lo hizo por otro motivo: también recorrió el Camino del Norte, pero a pie, «para limpiar mi mente», dice. Una vez vividas ambas experiencias opina: «A pesar de ser más difícil remar que caminar, sienta mucho mejor y tiene más mérito para uno mismo». Wainwright trabaja de socorrista de surf en Sidney, también es bombero y ganó una competición de kayak en río con 15 años, por lo que cuenta con bastante experiencia en el terreno. La empresa Camino en Kayak, de Pontevedra -única en Galicia que oferta el camino de Santiago en kayak-, apoyó al joven en la iniciativa, prestándole el material para llevarla a cabo. Ayer, los integrantes de esta entidad celebraron, junto al campeón, la llegada a la meta en Fisterra, con champán incluido. El día anterior, Tim pasó por Muxía.

Aunque reconoce no haberse marcado una rutina fija para cada etapa del trayecto, lo habitual era «pasar el día en el agua, al atardecer dirigirme a un puerto, buscar un albergue, cenar bien y visitar cada pueblo de noche», explica. Eso sí, de los siete días que tiene la semana, uno lo dedicaba a descansar. Las naranjas, la pasta y el chocolate fueron los alimentos que el australiano más ingirió durante el viaje: «Sabía que el camino era largo, por lo que siempre que el mar me lo permitía aprovechaba para picotear», dice. Así es que la mayoría de las comidas del mediodía las tomó en el agua durante una pausa de 15 minutos.

Peligros e impedimentos

Ayer, Timothy irradiaba felicidad, pero pese a todo el camino no ha sido fácil: «Cada región tenía su dificultad», recuerda. En Llanes (Asturias) pilló una gran tormenta: «Se puede decir que llegué a tierra surfeando con el kayak», dice. Mientras, en Ribadeo, las enormes olas le tumbaron la embarcación hasta tal punto que «por poco no logro salir del mar», explica. También una infección por picadura de medusas le obligó a estar retenido tres días en San Vicente de la Barquera (Cantabria) con medicamentos. Aun así, el joven de Sidney no tenía miedo: «Estaba mentalmente preparado. Siempre pensaba en seguir para adelante», afirma. No obstante, confiesa que se aventuró a vivir solo esta experiencia porque no hubo quien se animara, si no, «claro que era mejor hacerlo con más gente por cuestiones de seguridad», explica. Su familia -con la que estableció contacto a través de Facebook-lo apoyó en todo momento, «aunque mi madre sí estaba muy preocupada», confiesa. A lo largo del camino, otras amistades nuevas lo arroparon. Un día, cerca de Bilbao, coincidió con otro chico que iba en kayak y se hicieron amigos, quedándose a dormir en su casa. También el parque de bomberos de Luarca (Asturias) lo acogió, aunque Timothy ya no era un desconocido para ellos, pues había estado en sus instalaciones en la anterior etapa como peregrino. Pero fue en los albergues, sin duda alguna, donde más amigos hizo: «En ellos conocí a mucha gente con la que compartí historias del camino», cuenta. La experiencia en kayak ha llegado a su fin, pero Timothy tiene ya otros planes en mente antes de regresar a casa: ir a Santiago para comprar souvenirs, visitar a un amigo de Viena y conocer el Oktoberfest de Múnich. Con todo, no descarta regresar a Galicia porque «hay lugares muy bonitos en los que solamente pude estar unas horas, sin llegar a conocerlos», lamenta.