Las agresiones estivales golpean el patrimonio de la Costa da Morte

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

FISTERRA

jorge parri

Incendios, negligencias y vandalismo dejan daños en algunos bienes emblemáticos

26 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La espectacular afluencia de visitantes, tanto de interior como de extranjeros, que va camino de marcar otro récord histórico este verano en la Costa da Morte, trae también consigo problemas derivados de la masificación, la falta de gestión y servicios y, sobre todo, la acción de desaprensivos que, bien por negligencia, por simple vandalismo o por ignorar cualquier tipo de norma de convivencia dejan considerables daños en el patrimonio de la comarca, incluidos algunos de los bienes más emblemáticos.

El caso paradigmático, ya solo por volumen, es el de Fisterra, donde los controles municipales han dado un giro importante a la situación, pero donde siguen registrándose incidentes verdaderamente graves, como el incendio de este viernes en el Cabo, pero hay muchos más. Nemiña, en Muxía, las dunas de Soesto y Traba (Laxe), el museo de Man de Camelle, donde la imagen de unos jóvenes encaramados al alto de la caseta ha hecho saltar las alarmas, o las agresiones recurrentes en el monte de O Pindo, son algunos de los hechos más reseñables.

En este último caso, Mario Maceiras, de Monte Pindo Parque Natural, pone de manifiesto que la carencia de un ente regulador provoca que ni siquiera se puedan registrar todos los ataques que se producen. Sin embargo, siguen detectando pintadas e incluso grabados en las piedras, expolio del patrimonio arqueológico, «ben por descoñecemento de xente que move elementos, ou auténtico expolio por parte de xente que leva pezas». A eso hay que sumar la presencia de motocicletas, quads e incluso turismos todoterreno que persiste «e os lumes», como el ocurrido en la península de Os Mouchos, en O Pindo, o el de Cee, que se detuvo en Gures y esta vez no alcanzó el macizo granítico.

En Fisterra, el incendio del miércoles únicamente quemó unos cientos de metros cuadrados, pero lo hizo en una las zonas más visibles para los visitantes, lo que ayer por la tarde llevaba a muchos a sorprenderse por el olor a humo y el aspecto que ofrecía la vegetación calcinada.

Aparte del hecho inicial, en el que una pareja de peregrinos italianos reconoció su implicación negligente, y que obligó a una nueva intervención sobre las 22.00 horas porque el que fuego estaba rebrotando en una zona en la que quedaba ya poco por quemar, se registró otro incidente especialmente grave. Cuando todavía humeaban los rescoldos del incendio, otra persona, que en este caso no fue identificada y tampoco los presentes dieron pistas de su paradero, prendió fuego a una bota en la misma zona, lo que obligó a personal municipal a actuar para extinguir las llamas. Un hecho que, a juicio del alcalde accidental, Xan Carlos Sar, rebasa ya cualquier límite.

Junto a estas acciones y a las de Camelle, donde incluso se ha detectado el expolio de cantos rodados y otros elementos pertenecientes al museo de Man, existen un gran número de agresiones de tipo ambiental como, por ejemplo, depósitos de basura en el Faro Cee o los Muíños de Toba, por citar solo dos ejemplos visibles estos días.