Primero el Museo da pesca, luego el faro

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CRÓNICA

FISTERRA

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis del Museo da Pesca de Fisterra está cerrada. Más bien eso parece porque hay todavía muchas incertidumbres que despejar en lo que a gestión de los centros de interés patrimonial por parte de los concellos se refiere. A la espera de ver como funcionan las Torres do Allo o los Batáns con el nuevo sistema, que por el momento están lejos de la revolución pretendida, en Fisterra la incógnita es aún mayor porque el Concello recibió apenas unos pocos miles de euros de los 30.000 que solicitaba y con eso deberá pagar al guía del museo, su Seguridad Social y hacerse cargo de otros gastos de mantenimiento. Además, la contratación en el sector público no es precisamente sencilla en cuanto a tramitación y el deseo que parece mayoritario de tener allí al poeta Alexandre Nerium podría darse de bruces con el frontón de la burocracia o, simplemente, con que otra persona acredite una preparación y adecuación mayor para el puesto. También habrá que ver cómo hace el Concello para cobrar el euro de entrada, porque el Ayuntamiento no es la asociación Neria en la que a estas cuestiones se le buscaba un encaje más o menos ortodoxo y, probablemente, si se decide cobrar, habrá que aprobar en pleno una ordenanza de tasas, como hizo, por ejemplo, recientemente Camariñas.

Por todo ello ya hay quien, no exento de parcialidad, augura que a este modelo se le empezarán a ver los pies de barro en cuestión de meses y en Fisterra incluso acabarán por echar de menos a Neria.

Sin embargo, la verdadera ventana al futuro que pueden abrir estos cambios no tienen que ver con el museo que, con toda su importancia, es muy secundario si se compara con el faro. Esa resultaría la verdadera piedra de toque porque es lo que el Concello quiere y lo que, por el momento, Neria se niega a soltar, aunque ya existan algunas voces internas, y todavía con cierto peso, dispuestas a entregarlo de igual manera. Para la asociación perder el simbólico faro Fisterra sería uno de los estertores finales de su agonía, pero el alcalde, muy crítico con la gestión que se hace de un punto tan clave, está convencido de que el tiempo acabará mostrando el camino abierto con el museo es la senda que debe seguir el faro.

En Neria rechinan estas intenciones, porque hay a quien le parece una excusa pueril decir que no se puede acometer el plan de regulación del entorno porque la entidad tenga la gestión de este espacio. Molesta incluso más que se censure el proceder de la asociación cuando el Concello lleva años dándole la espalda a la necesidad de colaborar mínimamente en este asunto. En manos de todos está que el símbolo principal de la Costa da Morte deje de ser un mercado persa, además cutre.