«Andar ás crebas»: segunda vida de un hotel

FISTERRA

Paulina y Rosalía, responsables del Hotel Langosteira, reformado con madera y cerámica.
Paulina y Rosalía, responsables del Hotel Langosteira, reformado con madera y cerámica. MARCOS RODRÍGUEZ< / span>

El artista Pancho Lapeña renueva un establecimiento fisterrán con materiales reciclados

25 ago 2015 . Actualizado a las 12:27 h.

Hace unos días, era el escritor Manuel Rivas el que llamaba la atención en la Praza dos Libros carballesa sobre el animismo de las máquinas o de los objetos, sobre la vida de lo aparentemente inanimado. Hoy, es un hotel el que demuestra que los materiales no solo pueden tener una vida, sino incluso dos, abriendo nuevas perspectivas de futuro. «Andar ás crebas» viene siendo algo así como recoger los objetos que la marea devuelve a playas y costas para después reinventarlos y reutilizarlos. Las crebas son, pues, tesoros. Así, crebas de mar y de tierra han dado una segunda vida al Hotel Langosteira de Fisterra. Paulina Mouzo y su hermana Rosalía son actualmente las responsables del establecimiento y, Pancho Lapeña, el diseñador y el ejecutor del proyecto de reforma acometido.

Lapeña, nacido en Vigo aunque compostelano de adopción, dice que algo de artistas tenemos todos y que, en su caso, lo que hace es resolver problemas de diseño en cualquier campo. Le gusta, cuenta, resolverlo además de primera mano y, por eso, además de diseñador, actúa también como ejecutor. En el caso del Hotel Langosteira, fue asimismo ingeniero, arquitecto y albañil. Conocía el establecimiento -atesora unos treinta años de historia-, pero como un hotel más que uno puede ver al pasar. Planteó una idea: economizar al máximo haciendo algo agradable y diferenciado. No había mucho tiempo. «Havia que por a maquina de majaretar ao 9 de potencia», escribe. En la reconstrucción y ornamentación actual, lo que predomina, cuenta él mismo, es la cerámica y la madera. Maderas de inspiración marina, maderas de carpintería de ribeira o de cajas de pescado, así como materiales de desecho cerámico. Sobre estos últimos, incide en que son a menudo detestados en nuestro entorno, pero admirados en otros lares, como puede ser Portugal.

Cerámica o azulejos que han ido perdiéndose engullidos por materiales y modos de construcción que llegan por modas. De este modo, con los objetos recuperados, se han ido armando en el Hotel Langosteira mosaicos, vidrieras o mobiliario que, en definitiva, tratan de sumir al visitante en la esencia misma de Fisterra y de la Costa da Morte, en su relación con el mar, reafirmando un carácter, una identidad y un ambiente mariñeiro, pero no impostado, sino vivido.

Pancho Lapeña presentó el trabajo desarrollado en Fisterra en el primer Encontro de Deseñadores Galegos organizado por la asociación que los aglutina y celebrado en Rianxo a principios de mes. Allí, dice, se sintió abrigado por la opinión de los otros profesionales. Explicaba ayer que sí había acometido algunos proyectos similares, pero nunca tan grandes y en tan poco tiempo. Una especie de locura a contrarreloj, pero una locura que salió perfecta en un hotel que, como describe su web, fue «reinaugurado» en este 2015. Asegura el diseñador que su interés por la reutilización viene de la economía y de la sensatez ambiental, «evidentemente». Lo del aspecto artístico es otra cosa y concuerda en que esa reinvención ha de ir siempre integrada en el contexto que le corresponda. Desgraciadamente, opina, aún no existe la suficiente concienciación sobre las muchas vidas de un material. Cree que el hotel con nueva cara que es ahora el Langosteira sigue ofreciendo el trato amable de siempre, pero a día de hoy con algo diferente con respecto al resto de negocios de su mismo ramo. «Era un hotel familiar e nós hai uns anos que o levamos», contaba ayer Paulina. Está contenta: «Este ano co tema da reforma vai mellor ca o ano pasado». Afirma que sorprende a quien lo ve y más todavía a quien lo conocía de antes. Incluso llama la atención de quienes no son clientes. A pie del Camiño, mirando a la playa que le da nombre y al mar, puede que en el futuro acoja una programación de talleres o seminarios. Más allá de un hotel, pasaría a ser un lugar de intercambio de experiencias.