Emilio Alonso y el asilo de Corcubión

Luis Lamela

CORCUBIÓN

Los dos primeros edificios, a la izquierda, de la familia Riestra.
Los dos primeros edificios, a la izquierda, de la familia Riestra.

Hace un siglo, el patrimonio de los Riestra pasó a manos del médico

13 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1910 todo el patrimonio de los hermanos Riestra Figueroa se agrupó en unas solas manos: en las del médico Emilio Alonso García. El objetivo final era crear un asilo de ancianos. Los bienes consistían -los monetarios o financieros no los detallamos ni cuantificamos por desconocerlos- en la casa número 3 de la calle Antonio Porrúa; otra casa contigua a la anterior señalada con el número 4; otra más, la número 8 de la calle San Marcos, en estado ruinoso; un solar con restos de una antigua construcción; la casa número 25 de la calle Mártires; una huerta de seis cuartillos en las inmediaciones de la Iglesia parroquial; una huerta frente a la casa número 25 de la calle Mártires; el labradío llamado Melchor de seis áreas y 36 centiáreas; una huerta cerrada sobre sí en la calle Mártires, de 4 áreas y 24 centiáreas, todo ello ubicado en el propio casco urbano de Corcubión. En la parroquia de Redonda: un labradío llamado So Carballa, de 23 cuartillos; otro llamado Alveroque, de unos 15 cuartillos; el Tarreo de Afuera, de 35 cuartillos; el pinar de Rivas con finca pequeña de 14 cuartillos y el prado de Fonte Vilar, en Vilar, de una hectárea, 14 y 48 centiáreas.

En fin, que en las manos del médico Alonso confluyó la totalidad de la fortuna de los Riestra, un apellido por otro lado desaparecido definitivamente en 1910 de Corcubión. Emilio Alonso fue médico forense de la cárcel de Corcubión desde 1898, precisamente cuando España perdió Cuba. También fue médico interino de la Beneficencia Municipal por el tiempo que va desde el 1 de julio de 1899 al 2 de septiembre de 1900, época en la que ocupaba la alcaldía el famoso Constante Carrera Fábregas. Como médico interino de la Beneficencia, Emilio sustituyó a Antonio del Río Recamán, y le fijaron una retribución de 2,75 pesetas diarias. En mayo de 1900 solicitó licencia de 90 días para recuperarse de una enfermedad, reincorporándose el 16 de agosto siguiente. No obstante, 15 días después, y a raíz de decretar el gobierno la incompatibilidad de cobrar dos salarios del Estado al mismo tiempo, el 2 de septiembre Emilio dimitió irrevocablemente, al impedir las leyes cobrar dos sueldos aunque desempeñase dos cometidos distintos, como era su caso.

Por el desempeño de la plaza de médico de la cárcel, Emilio percibía un haber anual de 999 pesetas a cargo de los fondos de los ocho municipios que formaban el partido judicial de Corcubión. En 1905, por el tiempo ejercido de médico interino de la Beneficencia Municipal, reclamó al Concello 877,28 pesetas de las retribuciones impagadas durante el desempeño de su cometido, importe que consiguió recuperar en 1907 después de reclamar y mediar en el asunto el gobernador civil de la provincia. El único bien patrimonial conocido de Emilio, que a su fallecimiento se sumaría al legado del asilo de ancianos, fue una vivienda en Xinzo de Limia (Ourense), de donde era originario, una propiedad recibida por herencia de sus padres y que, en su día, desaparecerá misteriosamente del patrimonio de la Fundación Riestra.

Lo que nunca pudieron imaginar ni Joaquina ni Ana, ni por supuesto Laureano Riestra, fue que, después de sus respectivos fallecimientos, Emilio volviese a contraer matrimonio en segundas nupcias. Y, menos, con una mujer mucho más joven que él, Pilar Hermida Orbea, matrimonio que careció también de descendientes, demorándose por esta boda la materialización del primitivo destino de la fortuna heredada, legada por los hermanos Riestra Figueroa para la creación de un asilo de ancianos en Corcubión, disminuyendo con el paso del tiempo su cuantía, importancia y oportunidad.

Enajenaciones

Durante los doce años transcurridos de 1910 a 1922, Emilio Alonso se dedicó a enajenar la mayor parte de los bienes destinados para el asilo, tanto los de carácter urbano como rústico, con el fin de convertirlos en líquidos e invertir, sino todo, la mayor parte del dinero en títulos financieros: deuda pública y obligaciones del Estado y valores similares. Y cuando Emilio Alonso falleció en 1922 a la edad de 77 años, sin descendientes ni ascendientes, después de otorgar testamento abierto el 8 de enero ante el notario de Corcubión Jesús Fernández Abelenda, legó a su nueva esposa, Pilar Hermida, en plena propiedad, todo el dinero en efectivo disponible a su muerte, todas las alhajas -también las de la familia Riestra-, las obligaciones del Estado y pagarés por préstamos hechos por él y el derecho o participación que le pudiese corresponder en la casa, huerta y finca llamada de Melgar, adquirida a Laureana Agramunt en unión de Joaquina y Ana Riestra, su primera esposa y su cuñada, respectivamente, instituyendo heredera usufructuaria y vitalicia de todos los demás bienes, derechos y acciones, deducidos los legados dispuestos para la misma, a Pilar Hermida. En fin, todo el patrimonio procedente de la familia Riestra, la mayor parte en plena propiedad, y el resto como usufructuaria.

A partir de aquí, Pilar Hermida administraría todos los bienes, surgiendo la desconfianza entre mucha gente del pueblo, temiendo que se demorase la utilización del legado para crear la fundación benéfica hasta más allá de su propio fallecimiento, ya que Emilio Alonso había establecido que el remanente de la herencia se aplicara al fallecimiento de Pilar Hermida, a la fundación de un asilo de ancianos pobres. Precisamente se instalaría en las casas números 3 -la que se construyó en la finca de los Melgar- en la que habitó el testador y sus dos esposas, Joaquina y Pilar, y su hermana política Ana, y la número 4 -el que más tarde fue edificio del Asilo de Ancianos Emilio Alonso-, las dos en la calle Antonio Porrúa, y con sujeción a determinadas reglas y las que, desarrollando estas, pudiese dictar una junta de patronazgo que se designaría.

El futuro asilo debería estar a cargo de las ?Hermanitas de los Pobres? o de las Hermanas de la Caridad, según dispusiese el Arzobispado de Santiago. La dirección, vigilancia y régimen económico correspondería a la junta de patronazgo constituida por el cura párroco, el alcalde y el juez municipal, obrando con facultades discrecionales pero sometida a la fiscalización del Arzobispado, al que también le correspondería la aprobación de las cuentas. El ingreso de los beneficiarios en el asilo sería con arreglo al siguiente orden de preferencia:

1.Los parientes, con mejor derecho los de grado más próximo, del otorgante o de las Joaquina y Ana Riestra Figueroa. 2. Los pobres de este término municipal. 3.Los del de Fisterra. 4. Los del de Xinzo de Limia. 5. Los de Cee. 6. Los de los otros syuntamientos de este partido judicial indistintamente.

No obstante todas estas disposiciones testamentarias, para materializarse el mandato aún quedaba un largo camino, con precipitaciones, atrancos y algunas sorpresas. La muerte de Pilar Hermida Orbea no se produjo hasta el mes de diciembre de 1959, casi 38 años después de la desaparición de Emilio Alonso, y casi 50 desde la desaparición de la última de las hermanas Riestra Figueroa.