Vecinos de As Encrobas se citan de nuevo con su historia más reciente

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

CERCEDA

El Concello y Gas Natural Fenosa coordinan estos días visitas guiadas al lago y su restaurado entorno

26 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Como si de un equipo legendario de fútbol se tratase, Carmen Pena Barbeito, María Barbeito Rey, Jesús Barbeito Gesto, Manuel Castro Gende, Manuel Gende Sande y Antonio Barbeito enumeran por orden de localización todos y cada uno de los pueblos que tuvieron que ser abandonados a finales de los setenta, cuando el Estado dio el visto bueno a la mina de carbón y la central térmica. «Ferreira, Quintán, Barroso, Rañoa, A Brea, Gontón, A Burata, A Capela, Silvarredonda...» Así hasta una treintena de lugares de la parroquia cercedense de As Encrobas.

Todos estos vecinos, junto con otro medio centenar de residentes visitaron ayer el entorno del lago, que hasta el 2008 era el lugar de extracción de mineral para abastecer a la planta térmica.

Para muchos de ellos esta visita significó, de alguna forma, el regreso a su antiguo puesto de trabajo, Manuel Castro pasó 17 años de su vida en la mina. Su compañero y amigo Manuel Gende, lo hizo durante veinte años: «Foi unha época de moito traballo despois duns comezos con moitos problemas porque pretendían comprar por catro pesos as nosas terras e as dos veciños», apuntó Manuel Gende.

Y es que todos ellos tienen el recuerdo todavía aún fresco delos enfrentamientos con la Guardia Civil en febrero de 1977. Manuel Castro recordaba ayer a pie de lago cuando varios familiares suyos «acabaron na comisaría». Manuel Gende añadió: «Pretendían comprar o ferrado de terra por dez mil pesetas. No mellor dos casos, por 40.000. Pero aquelas terras valían moito máis». Y aquí surgió de nuevo la figura del que fuera cura de As Encrobas, Moncho Valcarce. «Grazas a el, que nos soubo guiar logramos que nos pagaran case 250.000 pesetas por ferrado. Se non chega a ser por el botábannos por catro pesetas, que era o que pretendían».

Todos ellos tienen claro que nadie «do pobo e da Igrexa nos apoiaba, sentímonos moi sós en toda aquela loita». Ayer, estos regresaron al lago, disfrutaron tocando el agua con sus manos, gozaron de un entorno completamente restaurado, pero en la mente de estos testigos directos de aquella etapa convulsa en la historia reciente de Cerceda siguen estando aquellos pueblos que desaparecieron del mapa, como Gontón «que daquela era o que máis veciños tiña, con case corenta casas, e tiveron todos que marchar de alí», recordó Manuel Castro.