«Teño visto chorar cando aprobaban»

Cristina Viu Gomila
Cristina viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

José Manuel Casal

En 10 años ayudó a decenas de adultos a obtener el graduado de secundaria

06 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca é tarde para aprender», dice Carmen Iglesias Fidalgo, que se pasó diez años en Carballo ayudando a adultos que necesitaban obtener el Graduado de Educación Secundaria. Ella era tutora de Radio Ecca, a la que recurrían mayores de 18 anos que necesitaban el título para cobrar la Risga, hacer cursos del Inem, conservar el empleo o continuar estudios abandonados prematuramente. Para ella, que también dio clases a escolares, el trabajo con los adultos es mucho más gratificante. «Teño visto caras dunha alegría tan inmensa, de botarse a chorar de emoción cando aprobaban. A batalla era dura para esta xente e con cada título aprobábame eu», dice. Es de las que consideran que si el número de aprobados es muy bajo es que algo falla, por lo que se siente los éxitos de los alumnos como si fueran algo propio. Entiende que un estudiante aprueba por méritos propios, pero el trabajo del profesor es fundamental.

En Carballo llegó a haber tres grupos y cada uno de ellos tenía dos días a la semana de tutoría. Era el mejor momento para los alumnos y para ella. En esas reuniones se aclaraban las dudas y se producían momentos de convivencia entre gentes de distintas procedencias, niveles educativos y edades. Algunos alumnos habían abandonado la escuela más de 35 años atrás, en tanto que otros casi acaban de salir del instituto. La diferencia enriquecía al grupo. «En xeral, os máis cumpridores eran os maiores, de feito rifaban aos máis novos cando non traían os traballos, como se fosen seus país. Os de máis idade sabían ben o que se xogaban e eran moi cumpridores, aplicados y participativos, aínda que lles custara moito máis», dice.

A un jubilado que decidió aprender lo que no pudo de joven le sirvió, al menos para saber lo que eran los números negativos. No tuvo ocasión de enseñárselo a la mujer que no le dejó subir a un ascensor del Chuac porque, según decía «sobraban dous», cuando en realidad el elevador estaba en el piso ?2. Tampoco se olvidará Carmen de la mujer que se sorprendió de que un recién salido del instituto nunca oyera hablar de los cartagineses cuando ella misma, sin saber nada, había escuchado muchas veces la canción Cartagenera.

El buen comportamiento y las ganas de aprender es lo que más destaca Carmen de los alumnos, a pesar de que la mayor parte de ellos iban obligados por la necesidad.

Para algunos fue un descubrimiento saber que viven en un país que se rige por los principios del capitalismo y que hay otra cosa que se llama socialismo. Reconoce que las carencias educativas eran inmensas y que a muchos se les abrió una enorme puerta al saber.

Actualidad

Carmen aprovechaba las clases de historia para introducir temas de actualidad, sobre todo porque la prueba de redacción era siempre sobre algo noticioso, por lo que los alumnos debían formarse una opinión. Así, gente que apenas sabía leer empezó a interesarse por la política y todo lo que ocurría en el mundo. También debatía en clase cuestiones como el botellón con jóvenes que lo practicaban, lo que daba una visión más amplia del problema y generaba un espíritu crítico en los alumnos talludos.

Donde casi todos encallaban era en el módulo de ciencia y tecnología. «Anos atrás había o curso de competencias clave como paso medio para afrontar a ESO. Para persoas que levan moito tempo sen ir á escola a secundaria de adultos é difícil, o nivel que se reclama resulta imposible. Non podes ensinar a dividir se non sabes primeiro sumar e restar, o concepto resulta moi complicado», explica Carmen.

El inglés era otro de los muros infranqueables, que no se superaba, sino que se evitaba. La nota hacía media con castellano y gallego, por lo que se centraban en los idiomas del país para poder superar el módulo. «Houbo xente, case todas mulleres, que se matriculou despois na escola de idiomas», recuerda.

«A construción fixo estragos»

La inmensa mayoría de los alumnos que tuvo Carmen fueron víctimas de la burbuja inmobiliaria. «Estaban agardando a ter os 16 anos para ir traballar. A construción fixo estragos», recuerda. Los años más duros de la crisis fueron los de mayor número de inscripciones. Llegó a haber tres grupos, en los que había además muchas mujeres, casi todas de la confección. A algunas las clases les cambiaron la vida. «Este verán atopei a unha rapaza que botaran dun obradoiro e que fixo o ciclo medio de auxiliar de enfermería traballando no centro de saúde de Carballo e moitas estudaron asistencia social ou axuda domiciliaria e están traballando», explica. Para Carmen esa es la mayor satisfacción; haber contribuido a dar un futuro a personas que no lo tenían.

Unos pocos de sus alumnos hicieron el bachillerato de adultos, pero la mayoría utilizó la ESO para hacer un ciclo medio y algunos incluso aprobaron el examen para el superior. Fueron muchos los que gracias a las clases consiguieron reciclarse y encontrar un punto de partida para eludir el desempleo.

La dedicación de algunas personas eran tan grande que incluso «tripitían», explica Carmen. Eso quiere decir que asistían a todas las tutorías, fueran o no de su grupo. Si había espacio físico (sillas en las que sentarse) ella permitía el acceso a todos. Recuerda especialmente a Pilar y Milagros (Pili y Mili para ella), que iban siempre juntas y lograron sacar la secundaria.

Reconoce que le gusta saber de sus antiguos alumnos y lamenta que no se consiguiera este año el grupo de 20 alumnos necesario para dar las tutorías. Radio Ecca continúa su andadura, pero el centro más cercano es ahora el de Arteixo. En Carballo se puede obtener información en la Casa da Xuventude y el Concello.