«Aínda quedan moitas barreiras arquitectónicas, pero tamén mentais»

m. rey CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

ANA GARCIA

La pintora reclama una mayor atención a las personas con diversidad funcional

28 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A Milagros Cotelo Rama (Carballo, 1959), le gustaría pintar más de lo que pinta, que no es poco. Sin embargo, los recortes a la ley de dependencia le impiden, como a tantas otras personas, una atención personalizada que les ayude a desenvolverse en su día a día. Tiene una cuidadora por horas, por tanto, que complementa la ayuda que su familia le presta constantemente. Pero echa de menos una mayor cobertura. «Gustaríame pintar obras de gran formato. Xa teño varias ideas na cabeza. Pero claro, preciso axuda e agora non a teño. Hai que mover os cabaletes, o cadro...», lamenta la artista carballesa.

Milagros empezó a interesarse por el arte desde joven. De niña, una dolencia degenerativa la dejó en silla de ruedas. La enfermedad no frenó, sin embargo, su inquietud cultural. «Eu lémbrome de estar toda a vida cos lápis a voltas». Su formación es practicamente autodidacta. «Lendo libros, visitando galerías e museos, practicando...». Hace unos veinte años, cuando decidió empezar a dar clases de pintura en la Casa da Xuventude, le llegó la primera oportunidad de exponer en público sus creaciones. Fue Fernando García, uno de sus profesores, el que la animó a dar el paso. Desde entonces ha realizado varias muestras, tanto individuales como colectivas, que la han convertido en un ejemplo para las personas con diversidad funcional.

Desde hace unos meses preside, en funciones, el colectivo Crea Formas, que ayudó a fundar en el año 2008. «Eu sempre quixen que se fixera algo así en Carballo. Faise un gran labor, porque houbo outros momentos nos que non había nada». Cuenta Mon Lendoiro, amigo y compañero en esta entidad, que Milagros es una de las personas que más ha luchado por la consolidación de Crea Formas. Recuerda Lendoiro que conoce a Milagros desde «case sempre, como veciña». Pero no sabía que también pintaba hasta que realizó su primera exposición en el Pazo da Cultura, en el año 2004. Ha sido, por tanto, testigo directo de su trayectoria artística. «Tivo unha evolución fascinante», afirma el artista carballés. «As súas primeiras siluetas eran moi ríxidas, pero pouco a pouco foron transformándose, gañando en movemento, con vida propia, como se sentisen máis libres».

No tiene artistas preferidos, pero sí referencias, como el expresionismo, el surrealismo y la escultura. «Ao non poder facer figuras escultóricas, o que intento é reflectir as formas coa pintura, como se lle fixera unha fotografía», explica. Sus trabajos se dividen en dos vertientes principales. Por un lado, un pequeño formato, basado en ilustraciones con acuarela. Figuras humanas, sobre todo infantiles. Y por otro lado, creaciones más adultas, más desarrolladas.

La pregunta que se le hace a toda artista: ¿Qué quiere expresar en sus obras? Milagros responde: «Quero poñer de manifesto o illamento do ser humano; que a pesar de toda a sobrecarga de comunicacións que hai hoxe, segue estando moi illado».

Pero, si tuviera que decantarse por algún asunto en particular, elegiría la temática social. En los últimos años, dice que le ha conmovido especialmente el drama de los refugiados, que le gustaría plasmar en algún cuadro. «Os creadores «deberiamos centrarnos máis nos problemas sociais», opina.

A Milagros le toca de pleno un tema sobre el que aún queda camino por andar. Percibe que en los últimos años se han frenado parte de los avances conseguidos durante decenios. «Aínda quedan moitas barreiras arquitectónicas, pero tamén mentais», apunta. «Incluso se está indo cara atrás en determinadas cousas, como pasa tamén coa igualdade de xénero». Dice que se ven «barbaridades» por todas partes. En edificios nuevos que deberían estar plenamente adaptados a la normativa, e incluso en edificios públicos. «Ás veces hai ascensor, pero resulta que é tan pequeno que non colle unha cadeira de rodas. Ou pode pasar que teñan rampa de acceso, pero hai unha pendente que parece o Everest», critica Milagros. Lo resume a la perfección con una frase: «Subes un chanzo e póñenche catro máis enriba».