Las obras de la calle Martín Herrera transforman el centro de Carballo

Santiago Garrido Rial
S. G. RIAL CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Ana Garcia

Los vecinos discrepan sobre la incidencia de los trabajos y la dirección única

07 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece ya una gran plaza, y eso que las obras aún no están acabadas. Lo estarán antes de Navidad, al margen de algunos detalles que afectan a la iglesia. Pero, incluso a falta del remate final, la reforma de la calle Martín Herrera ha transformado el centro de Carballo, dando continuidad a una serie de cambios que comenzaron en las rúas Coruña y Hórreo, siguió en la Valle Inclán y Colón, y en breve seguirá en la Desiderio Varela, cuya primera fase también se ejecutó. Pero la Martín Herrera forma parte del corazón urbano de Carballo: la calle de la iglesia, la que enlaza la plaza de Galicia con la carretera provincial (ya cedida en parte) que daba la salida hacia A Milagrosa y, por tanto, hacia Santiago y Ordes. Una carretera histórica que recobra el empedrado, ahora con mucho espacio para los peatones, gracias a la integración (a medias) en el atrio de la iglesia, o en el acceso desde la Jacinto Amigo Lera, que antes ocupaba la huerta de Romay, frente a la que pasaba toda la vida carballesa.

Los cambios nunca son del gusto de todos. Ayer, vecinos y transeúntes opinaban a favor y en contra. O a medias: bien en el resultado final, pero al suprimir un sentido de la circulación, que comienza ya en toda la Rúa do Sol. Como Manuel Mallo: «Tiña que ir polos dous lados, como ata agora, o que se fai con esta e con outras é arruinar o centro do pobo, ademais de ser un gasto moi grande». Manuel Rey, veterano taxista, de la asociación que los representa, discrepa: «A obra está moi ben, e a dirección única, tal e como se puxo, tamén, evita atascos», explica. Pero hay algo que ve mejorable: se han quedado dos paradas que antes usaban, y espera que la Policía Local (ayer, una patrulla vigilaba la zona) y el Concello lo solucionen.

No solo esos dos: los pocos que había delante de la iglesia y al otro lado también han desaparecido. Se permitirán algunos momentáneos, por ejemplo para entierros, bodas y algún acto determinado, pero plazas como tal, ya no hay.

Para acudir a la iglesia hay que dar necesariamente una vuelta completa al recinto o acudir desde la Rúa do Sol. Y son miles los usuarios cada año. El párroco, José García Gondar, no tiene noticias de quejas: «Polo menos todos os que falaron comigo están contentos co resultado e felicitando pola obra, pero hai que esperar a que remate para valorala ben», señalaba ayer. La iglesia también ha aprovechado para cambiar algunos detalles. Esta misma semana quedaban instalados los revestimientos exteriores de madera en la parte frontal. También llevará madera el pequeño muro que separa el recinto de la calle, para que sirva de asiento. Algunos vecinos consideraban ayer que es muy pequeño (en realidad, la altura va de más a menos desde la rectoral y también desde el otro lado). En esa zona de madera es donde habitualmente se construye en amplio belén navideño de la parroquia: «Este ano será unha sorpresa», avanza el sacerdote, sin concretar más.