Sobre la obra «Cervantina» de Ron Lalá

Carmen G. Llorca TRIBUNA ABIERTA

CARBALLO MUNICIPIO

26 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Asistí, el domingo pasado, como muchos amantes del teatro de Carballo a la «espectacular puesta en escena» de Cervantina, de Ron Lalá. Como testigo de lo que allí se representó, agradecería a José María de la Viña que fuese más prudente en sus críticas teatrales. Cuando dice que «non?o-podo-crer», que «o público quere xogar», que «ós espectadores vailles a marcha; así que cando remata a función, érguese entusiasmado como se saíra de copas o asistiran a un concerto», pienso que está mostrando cierto aire de superioridad mal entendido y documentado frente a todos aquellos que hemos disfrutado con la obra. En ella vimos fragmentos de La gitanilla, El celoso extremeño, El casamiento engañoso, Rinconete y Cortadillo; se hicieron breves alusiones a La Galatea, a Los trabajos de Persiles y Sigismunda, a Viaje al Parnaso?

Soy profesora de Literatura Española y el humor que él dice que «é moi sinxelo, moi simple», es el que el propio Cervantes hace que rezume en boca de Preciosa (la protagonista de La gitanilla) o en el ingenuo Carrizales (de El celoso extremeño o de El casamiento engañoso). Invitaría al exprofesor de Química a que releyese o leyese (si no lo ha hecho) los textos representados y quizás las «tres fabas contadas» con las que él resume el humor o gracia de la obra, se conviertan en «un kilo de habas cervantinas». Por cierto, a partir de la canción entonada al final, cuyo estribillo era «No hay remedio ni aspirina que cure la cervantina», creo que el título de la obra habría que interpretarlo no como él hace sino como «la enfermedad de Cervantes», que se contrae y no se puede curar. De hecho, la alusión al monólogo de Marcela (novela pastoril intercalada de la primera parte de Don Quijote de la Mancha), como primer manifiesto «feminista» del Siglo de Oro; la picardía de Rinconete y Cortadillo, en relación con la situación política y social actual; las referencias a la vida del pobre Cervantes, honrado tras su muerte como sigue ocurriendo con otros autores actuales? muestran que esos «síntomas» siguen estando presentes, que Cervantes fue un adelantado a su tiempo y que leyendo a don Miguel «toda enfermedad se cura».

Sinceramente, su «encóntrome como nunha gardería, onde os cativos xogan cos monitores», no me parece «políticamente correcta». Hemos visto en Carballo muchas obras mediocres tanto en el aspecto formal como en su contenido, pero como los autores o directores «tienen su pedigrí adquirido», aunque no se demuestre en sus textos, hay que aceptar y hacerles pensar que son unos genios. Uno de los actores de Ron Lalá es licenciado en Filología Hispánica. Tuve el placer de hablar con él el año en el que representaron el Quijote y lo felicité porque me parecía prácticamente imposible que se pudiesen condensar las dos partes de esta obra maestra en una obra teatral de menos de dos horas.

Por tanto, leamos a Cervantes (el que contrae «la cervantina», no puede curarla), si no lo han hecho, y esperemos con gusto otro nuevo espectáculo de Ron Lalá. Carballo y los carballeses (aunque yo sea de adopción) los esperaremos con gusto, pues los textos que representan están muy trabajados y resultan amenos al público, porque saben entrelazar la actualidad, la música y el humor (uno de los temas fundamentales del Quijote), de forma excepcional. Seguro que nos «seguirán encandilando» ¡Gracias, Ron Lalá y hasta el próximo año!

Carmen González Llorca, autora de este artículo, es profesora de Literatura Española.