Obras en la cascada de Entrecruces

Santiago Garrido Rial
Santi Garrido CRÓNICA CIUDADANA

CARBALLO MUNICIPIO

23 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días, algún vecino, o vecinos, abrían una pista desde las proximidades de la base de la cascada de Entrecruces hasta el acceso a la zona superior. Desde el que, por cierto, hay unas vistas privilegiadas, con un mirador que tiene unos diez años, pero que también es peligroso. Sobre todo (no hay más que ver las huellas), porque muchos se escapan de la débil barrera y buscan la mayor cercanía al agua, la del río Taboada, que en esa zona todavía se llama Outón, y que más adelante será el Grande (cosas de la microtoponimia fluvial). Mucho ojo: el precipicio es muy peligroso.

Podría pensarse que quien construyó esa pista, probablemente contratando a una retroexcavadora, lo hizo para facilitar la subida a lo alto de la Férveda. Pero no parece probable. El camino era incluso mejor antes, con un carreiro angosto y empinado, y para los menos andadores, con pista de zahorra casi directa desde la capilla de San Paio.

No parece probable porque seguramente (aquí todo es presunto, incluido lo de que fueron vecinos de la zona), la pista se construyó para tener más facilidades para llegar a las fincas o a alguna finca. Incluso no me extrañaría que alguien invocase lo de Fuenteovejuna para señalar que todos a una. Quién sabe. Son conjeturas. Y cuándo se actúa así, qué les importa a los autores que se trate de una zona de suelo rústico de protección de espacios naturales, de protección de Augas o de protección forestal. Que, por todo ello, se necesitan unos permisos para remover las tierras, desde los municipales a los autonómicos. ¡Todo sea por el acceso!

Incluso no importará mucho que se hayan cargado una tubería centenaria que, efectivamente, llevaba lustros oxidada, y decenios inactiva, desde finales de los 60, pero formaba parte del patrimonio industrial de Bergantiños: ahí se construyó la primera central hidroeléctrica de Carballo, hace ya un siglo. Hasta hace pocos años se podrían ver más restos, pero fueron desapareciendo. Esta ha sido una nueva estocada.

La actuación recuerda un poco a aquella de febrero del 2004, cuando alguien -tampoco trascendió quién, seguramente vecinos- cortaron buena parte del bosque de ribeira. Una vez más, sin permiso. Y eso que hoy en día hasta para podar un abeneiro, como se hizo toda la vida, hay que cubrir una instancia.

El Concello de Carballo ha investigado este tema, y Medio Ambiente de la Xunta ha abierto diligencias. A ver en qué acaba. Y, sobre todo, a ver qué pasa en el futuro. La Férveda de Entrecruces es uno de los símbolos paisajísticos, naturales y geológicos de la comarca. Estaría bien que algunos lo supiesen y, sobre todo, lo tuviesen muy en cuenta.