Asistencia y competencia refrendan Carballo como una meca del entroido

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Dumbría marcó un hito con su masivo carnaval y 15 comparsas participantes; Ponteceso y Malpica también festejaron ayer

08 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Habría que ser muy, muy, muy mal pensado para creer que la proliferación de disfraces verdes que ayer se vio por las calles de Carballo tenía algo que ver con el ciprés caído en la Praza y con todo lo que vino más tarde. Las casualidades existen, y no hay que buscarle tres pies al gato, así que no se vean tentados. El caso es que por las principales rúas del casco urbano desfilaron desde un ejército de duendecillos bajo el nombre de O monte sae de troula (venían de Arteixo), hasta una fraga entera, con sus troncos y sus ramas: O bosque encantado, llegados de Vimianzo. Por el medio, una maceira que reclamaba leira, la misma que anduvo el sábado por tierras irmandiñas.

La lluvia respetó el desfile y un ejército de público salió a la calle para, pese al frío, seguir pertrechados en la algarabía del carnaval. El elevado nivel de los atavíos -nueve carrozas, 18 comparsas, más grupos y disfraces individuales- refrendaron a Carballo como capital entroideira. Sus casi 7.000 euros en premios, más que en otras ediciones, atrajeron a participantes de la comarca y de más allá. Hasta de Asturias, como las drag-queen de Priscilla que, con sus plataformas, su música y sus arrumacos calentaron el ambiente. Desde Oleiros y Ordes venían Roberto, Miguel y Daniel. Muchos se fijaron en su impactante Dragotauro (Roberto iba dentro), hecho a mano y tan creíble que uno apartaba de sus alas y de esa respiración que parecía predecir llamaradas o, cuando menos, algo de mal humor en el animal. Para los tres era su primera vez en la capital de Bergantiños. «Pola zona de alá xa fomos a todos e queríamos probar outros carnavais», contaron. Al bicho ya lo habían sacado a pasear el año pasado, pero para esta edición lo reformaron y perfeccionaron. Aludían, antes de iniciar al desfile, a la «atención perfecta» que les brindaron en Carballo, «moito mellor ca na Coruña». Aunque desde su posición no veían la larga cola de carrozas, comparsas y disfraces, la elevada asistencia constatada les daba ya cuenta de que «parece que hai nivel». No se equivocaron nada.

Oswaldo Digón, presentador del certamen, lo dio todo animando el acto. Pidió aplausos, alabó la orfebrería de las confecciones, dio paso a unos y otros. Ayer se vio de todo por Carballo: piratas (limpios); chefs con paella incluida; científicos de laboratorio y algún que otro descabezado; una furgoneta a tope de flower power; arlequines; elefantes; obispos y curas; una casa labriega entera (con su sachadora, su carro de vacas, su arado); un ejército de aviación; un molino con su Quijote empeñado en creer que era un gigante; notas musicales; tabernas del lejano oeste; peliqueiros... En fin, un delirio de disfraces y una potente competencia que confirmaron el tirón cultural de la capital de Bergantiños. La marcha de la comitiva, controlada en todo momento por Protección Civil, Policía Local y, también, técnicos de Cultura para su organización segura y según lo previsto, transcurrió además animada por la charanga Quepasa. Ritmos de fiesta en un día frío, pero cálido de éxito.

Dumbría y Bergantiños

Dumbría se convirtió asimismo en otra meca para las comparsas y los grupos de entroido en la Costa da Morte. En su caso, la lluvia impidió ayer el desfile -que se preveía justamente más largo este año-, pero no el concurso, que marcó un hito en participación. De hecho, en la carpa instalada no cabía ni un alfiler, con el público siguiendo atento el pase de los participantes (había agrupaciones de hasta 60 y 70 personas). Malpica, por su parte, tuvo varios polos de celebración dentro del municipio (y también variedad: disfraces, gastronomía...). Ponteceso, con su alcalde a modo de Julio César, no se quedó atrás.