El amor incondicional por las motocicletas

ANDREA ANIDO, X. A.

CARBALLO MUNICIPIO

Josi con su motocicleta favorita, una MV Agusta adaptada para circular por carretera.
Josi con su motocicleta favorita, una MV Agusta adaptada para circular por carretera. CLARA LÓPEZ< / span>

José Manuel Moura y Gonzalo Rodríguez, dos ejemplos

29 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Se dice que hay amores de todo tipo y créanme que quien así lo manifestó no se equivocaba en absoluto.

El mundo del motociclismo tiene una gran acogida en la Costa da Morte, sobre todo si se trata de joyas clásicas de todos los tiempos. Este enamoramiento por lo antiguo se puede apreciar en concentraciones como la de Carballo o la de Zas. Pero, hablando con José Manuel Moura García (Baio, 1978), más conocido como Josi, se llega a entender realmente que el amor no tiene barreras.

Desde los catorce años se dedica a restaurar ciclomotores en un taller que abrió su padre hace más de veinte años. Tal es su pasión por las reliquias antiguas que a día de hoy acumula unos cien ejemplares. Algunos restaurados, otros en proceso, «e outros que quizais nunca chegue a tocar, por falta de tempo», afirma Josi riendo. También confiesa: «Algunhas vendémolas e outras gardámolas para nós; a maioría delas».

El de Baio no puede ocultar el afecto que siente hacia estos tesoros motorizados. «Esta é unha Suzuki GR 650 do ano 85. En España só hai outra igual» [la enseña con entusiasmo]. El taller está repleto de máquinas de todos tipos, «e aínda teño tamén outra nave chea», confiesa Josi.

Pero, sin duda, la favorita de Josi es una MV Agusta habilitada para circular por carretera. ¿Por qué es su preferida? Él mismo responde: «Porque fixémola artesanalmente aquí no taller con moito cariño e é o único modelo existente en España», dice sonriendo. Y como el amor no tiene precio, este ciclomotor tampoco lo tiene. Le han ofrecido una cantidad elevada de dinero pero, en palabras de él, «de momento non a penso vender. Quero que se quede na casa».

Los coches clásicos también tienen hueco en la vida de Josi: «Realmente gústame todo o antigo». En general, toda su familia comparte esta afición. Se puede ver reflejado en los dos más pequeños de la casa, sus sobrinos, que ya tienen sus ciclomotores esperando para cuando sean mayores. Dos Derbi de carreras, de color rojo, y con sus respectivos nombres grabados, Izan y Gabriel, permanecen a la espera en el taller. Lo que tiene claro es que legalmente van a ser de él. «Imaxínate que as venden, que hai moitos rapaces que realmente non saben apreciar o seu valor», comenta.

Debido a esta afición, Josi colabora con la concentración de motos de Zas ya desde hace once años. A este evento asiste Gonzalo Rodríguez Rodríguez (Baio, 1943), otro apasionado del motor. Este baiés, aunque reside en Santiago desde hace la friolera de 41 años, acude a la fiesta motera zaense. Fue profesor de automoción en FP durante toda su vida y ahora mismo está retirado. Así relata su pasión por las joyas clásicas: «Me gustan desde que soy joven y ahora ya no lo soy tanto». Y es que el amor por las motocicletas tampoco entiende de edades.

Por ser el conductor con más primaveras y tener la moto más antigua ganó un premio en la concentración de Zas. La reliquia con la que se presentó fue una Ossa 125 palillos y también es dueño de una Gusto 65. «Yo mismo las fui restaurando y, de hecho, fue un alumno mío quien me las pintó», afirma riendo.