En la puerta del súper

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu LA ATALAYA

CARBALLO MUNICIPIO

26 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos los días las veo en la puerta de algún supermercado, con un cartón en el que, supuestamente, llevan escrita su vida. «Soy extranjera» escriben como primera presentación y, a continuación, enumeran el número de hijos y la situación económica. Aunque es aparentemente evidente especifican que están sin trabajo y, por lo tanto, sin dinero.

Algunas tienen ya un puesto tan fijo que las amas de casa las saludan como a buenas amigas. Son muchas las mujeres mayores que se detienen a charlar durante un rato. Probablemente pagan por un rato de conversación, con lo que no queda claro quién da a quién la limosna.

Y todos los días, cuando las veo, no puedo evitar que me vengan a la cabeza la educación y la soledad.

Pienso en las personas mayores que viven lejos de todo, que se entretienen con las cajeras o las mendigas para escuchar una voz que no sea la de Jorge Javier Vázquez y su tribu.

Incluso yo, a mi edad, siento que la vida me va arrinconando ya y que en apenas veinte años también daré unos céntimos por un par de frases amables.

Pero cuando las veo sentadas en la puerta de los supermercados también me pregunto qué futuro tienen y por qué han llegado ahí. Pienso que probablemente nunca accederán al mercado laboral porque lo que saben hacer probablemente sea lo mismo de lo que es capaz todo el mundo. Si tuvieran formación... Seguro que no estarían ahí, aguantando el frío y la lluvia y esperando unas monedas.

No sé si se puede hacer algo por ellas, pero sí tengo claro que es fácil acabar donde ellas están. Esta crisis y la falta de formación es la mezcla perfecta para terminar tendiendo la palma de la mano. Sé también que la educación (la académica y la profesional) son el pasaporte para mantenerse a flote e incluso para volar. Por eso es tan importante gastar en escuelas, en institutos y en universidades. Para esos hijos que aparecen como un número en sus cartones.