La falta de iniciativas condena a las plazas de abasto municipales

J. v. lado, C. Viu CEE, CARBALLO / LA VOZ

CAMARIÑAS

JORGE PARRI

Los cierres de negocios se suceden sin alternativas de reconversión para los espacios

29 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En Corcubión hay un puesto de pescado y otro de fruta. En Fisterra quedan tres, pero solo uno abre todos los días de la semana. Son los mismos que en Camariñas, donde se vende exclusivamente pescado y marisco, y bastantes más que en Muxía, donde la gente le sigue llamando «Mercado» al edificio de servicios múltiples, aunque realmente ni siquiera llegaron a instalarse los puestos. De hecho, no hubo verdadero interés por ocuparlos y hacer frente a las cuotas con lo que, por ejemplo, dos pescaderas que tienen tienda física en el pueblo lo que hacen es instalarse en la calle los martes y los viernes de mercadillo. En Cee, por población y el marcado acento comercial de la localidad, la plaza está aguantando un poco más, pero la situación también es crítica, con muchos más cierres que nuevas iniciativas.

En Laxe sobrevive a duras penas el mercado, que se construyó para sustituir a la vieja plaza de abastos, pero solo están ocupados dos de la decena de puestos que hay (una carnicería y una pescadería). «Teremos que facer unha campaña para que os negocios se trasladen alí, cobrándolles só una cantidade simbólica, para darlle un pouco de vida á instalación», explicó el alcalde, José Manuel Mouzo Castiñeiras.

Tampoco en Malpica están muy bien las cosas. En el local se invirtieron 240.000 euros del Plan E hace poco más de cinco años, pero de las 32 tiendas abiertas solo 9 están ocupadas. De hecho, una de las tres carnicerías ya ha abandonado la instalación municipal. El mercado, cuya gestión y reforma provocó una tormenta política en Malpica pierde peso específico en la economía local. Los beneficiarios pagan entre 797 y 5.340 euros al año, dependiendo de la amplitud del puesto.

Carballo

La de Carballo es una de las pocas plazas de abastos de la zona que tiene realmente actividad, aunque no toda la que los comerciantes quisieran. A pesar de ello, hay bastantes puestos cerrados, para los que no hay interés. Los de pescado no abren todos los días y recientemente ha cerrado uno de ellos. También hay tiendas exteriores vacías.

En definitiva, los mercados de pueblo, las tradicionales plazas de abasto de la Costa da Morte se están muriendo de manera silenciosa sin que, aparentemente, nadie lo vea o ponga los remedios necesarios que contribuyan a evitarlo. Los factores, según los propios placeros y los responsables políticos, son varios, pero tienen que ver sobre todo con cambios de hábitos en el consumo y falta de un modelo de reconversión que adapte la oferta a nuevas demandas, al tiempo que se mantienen los elementos más tradicionales.

De hecho, la tendencia que se ve venir de las ciudades, en Madrid, por ejemplo, pero también en Santiago y en otras localidades gallegas, es que las plazas empiezan a caminar en otras direcciones, más relacionadas con la gastronomía, la hostelería, la atracción turística y una manera diferente y atractiva de presentar los productos estrella de los sectores primarios de la zona.

El alcalde de Cee, Ramón Vigo, que el viernes llevará a pleno asuntos relacionados con el mercado, cree que la localidad todavía no se encuentra en ese punto, porque hay personas acostumbradas a comprar en la plaza y comerciantes dispuestos mantener el modelo tradicional, «pero non podemos negar que sería desexable un nivel de ocupación do 100 %, que todo está en evolución e que nun momento determinado si se comece a camiñar nese sentido ou noutro».