Un paraíso para la ornitología

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

CAMARIÑAS

CEDIDA

El Estuario do Anllóns y la Ensenada da Insua encabezan los lugares estratégicos

22 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La Costa da Morte es un paraíso para la ornitología. «A calquera que queira ver aves nesta época, aconsellaríalle centrarse no Estuario do Anllóns, en Ponteceso e Cabana, a Ensenada da Insua, marismas e xunqueiras, Malecón do Couto... A senda peatonal de ribeira permite facer observacións cómodas. Iso, sen prexuízo de que vaian a outras zonas», dice José Luis Rabuñal, máximo experto en esta zona bergantiñana. «O que non o ve el non o ve ninguén», refrenda otro ornitólogo, Xosé Manuel Penas Patiño. Lires, Lagoa de Traba, ría de Camariñas, Baldaio o embalse da Fervenza son otros puntos interesantes, así como Touriñán y Vilán o A Ponte do Porto.

A estas alturas del año, todavía hay alguna ave de paso desde el Norte de Europa hacia el sur, hacia África, pero ya son muy pocas, por más que Penas Patiño, desde el cabo Roncudo, divisase el pasado fin de semana 169 mascatos en diez minutos. Ese tránsito de aves se da sobre todo en septiembre. Ahora, explican ambos ornitólogos, empieza la fase de invernada (alcanza su apogeo en diciembre). En el entorno del Estuario do Anllóns y la Enseada da Insua, la zona de más riqueza ornitológica de la comarca, son unas 90 especies las que se podían ver hace siete días (Rabuñal renueva los censos cada fin de semana), incluyendo «paxariños» varios.

Al margen de estos, difíciles de ver para el inexperto, son garzas, cormoranes, anátidas o patos, limícolas y gaviotas los ejemplares que mejor se pueden observar allí. Rabuñal destaca dos casos por su excepcionalidad: la garceta grande y el ganso barnacla cuelliroja (la de este año es la segunda vez que se ve en Galicia desde 1995). Todas ellas son especies, dice, que ya llegaron aquí para quedarse a invernar, aunque el grueso de la población todavía no está consolidado y seguirán llegando hasta diciembre. Así, la población actual no es la definitiva del invierno. No es que vaya a crecer mucho más la cifra de especies, pero sí la de individuos.

Un «vicio» para toda la vida

Penas Patiño lleva desde 1973, ininterrumpidamente, haciendo recuentos de aves. Solo faltó un año. Con ese tiempo de experiencia constata grandes mudanzas no solo en las aves invernantes, sino también en otras. Son alteraciones derivadas en gran medida de los cambios de usos agrarios, el abuso de productos químicos, la presión del hombre sobre el medio o el cambio climático. El moucho, la laberca, las escribentas o el lagarteiro ya son difíciles de ver. Baldaio fue en su día gran «cantadeiro de rás» y hoy no: repercute en las aves que las comían. Penas se muestra preocupado por la desaparición de la rula do país, en favor de la rula turca, y pide intervención de la consellería. Tampoco se escucha ya mucho el paspallás, mientras que del otro lado aumentan especies ligadas al medio forestal, como la gabeadeira o el torcaz, entre otras varias.

Asegura que el de la ornitología es «un vicio que colles e telo para toda a vida». Uno, dice, no solo ve aves, sino que hace amigos, descubre paisajes impresionantes, desarrolla los sentidos «e comes pan de Bergantiños». Un motivo más, sin duda, para acercarse a la comarca.