Man de Camelle y los alevines escandinavos

Bernardo Cequera

CAMARIÑAS

20 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El Primer Encuentro Man de Camelle que tuvo lugar el sábado 17 en Camelle me dejó una serie de reflexiones sobre el significado de Man.

Nos equivocamos quienes creímos que la reivindicación de la obra y vida del artista era una causa perdida. Y no nos faltaban evidencias para suponerlo, durante 5 años el museo de Man se deterioró por la acción del viento y el mar, mientras dentro de su casucha se pudrían sus escritos, cuadros y objetos personales. Y de hecho muchas de estas cosas se han perdido irremediablemente. Los detractores de Man, sin la más mínima vergüenza y con el mayor desprecio, dejaron que esto sucediera tirando las decisiones a un vacío burocrático.

Con el primer Encuentro Man de Camelle, pareciera que la situación cambiará. Su casucha ha sido vaciada, su obra y pertenencias ya reposan a buen resguardo. Sin embargo, la desconfianza y el escepticismo no se han disipado del todo. Muchos, sostienen que «hay que desconfiar de los políticos y sus intenciones». Y algo de razón tienen, pues este oficio en todo el mundo, incluso en el mundo democrático, está desprestigiado: corrupciones e inconsecuencias están a la orden del día en las oficinas públicas. Todos sabemos que las licitaciones se amañan, las promesas se diluyen tan pronto pasan las elecciones y una vez en el poder «los representantes del pueblo» miran más por sus bolsillos que por el beneficio ciudadano. Por ello, quizás la tarea más importante de los políticos demócratas sea recuperar la confianza de los ciudadanos, de lo contrario el populismo y las dictaduras borrarán del mapa tarde o temprano la libertad y los derechos ciudadanos. Los ejemplos sobran.

Durante el Primer Encuentro Man de Camelle, mientras la esperanza crecía de que la obra del alemán sería finalmente recuperada; fuera de la Casa de Cultura se oyeron los coros de una manifestación popular. Los habitantes protestaban contra el proyecto de instalar, con inversión escandinava, una piscicultura en la bahía del pueblo.

Ya en la noche, en los bares, los habitantes de Camelle discutían sobre las implicaciones ecológicas, sociales y económicas del plan. Les enardecía el hecho de que el proyecto se llevaba adelante a sus espaldas. Según los presentes, se habían enterado de la existencia del plan por canales irregulares. Es decir, según ellos, el Concello no los había convocado oficialmente para informarles del proyecto. Pero sobre todo les preocupaba un aspecto: «¿Qué será de las generaciones venideras si los daños ecológicos destruyen nuestro mar? ¿Pan para hoy y hambre para mañana?».

Se me ocurre que la comunicación con los ciudadanos de Camelle para disipar sus temores, explicando claramente y discutiendo democráticamente las virtudes y peligros del proyecto piscícola sería un gran gesto contra la desconfianza ciudadana.

Creo que este día Man tomó una actualidad inusitada, no sólo por el encuentro, también por la manifestación popular.

El nuevo alcalde sacó a Man del abandono y el desprecio en que se hallaba, con ello rescató un importante símbolo artístico y ecológico gallego. ¡Bravo!

La reconstrucción del Museo del Alemán y la recuperación de la confianza en la política comunal aún está pendiente