El agua reclama el sitio que le robó el urbanismo salvaje

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Construcciones sobre cauces fluviales o entornos litorales son un peligro y objeto de graves daños ante el poder de la naturaleza

18 feb 2019 . Actualizado a las 19:12 h.

La Consellería de Infraestruturas, dentro de su tira y afloja con los concellos para ver quién se hace cargo de los daños de los temporales en bienes municipales, lanzaba un dardo referido al paseo de Os Muíños, en Muxía: «Hai que ter moi claro que era un paseo marítimo construído en zona de risco de inundación costeira». Puede tener algo de disculpa, pero pone sobre la mesa una evidencia: que los fenómenos naturales destapan las vergüenzas del urbanismo en la Costa da Morte.

Los ejemplos son extensos, algunos ya muy conocidos porque los problemas ya han aflorado, y otros no tanto aunque, a buen seguro, se irán manifestado en la medida que las circunstancias climáticas se vuelven más extremas. Quizás el más significativo, por lo que implica, sea el del casco urbano de Cee. El alcalde, Ramón Vigo, ante las temores de algunos vecinos este invierno, asegura que, para nada, se podría repetir una situación como la del 2006, cuando las lluvias torrenciales se tradujeron en daños millonarios. Defiende que se hicieron muchas obras necesarias, aunque eso no evita que media villa esté construída sobre una red de ríos canalizados y con un saneamiento deficiente, que hacen que las aguas fecales suban a las calles cuando coinciden altas precipitaciones y marea alta.

Encajonar ríos no es, ni mucho menos una práctica oriunda de Cee. Se da en otros muchos sitios y luego revertir el despropósito cuesta bastante más que levantar moles de ladrillo. Es paradigmático el caso del edificio junto al puente de la Milagrosa en el Anllóns, en Carballo. Se planificó su derribo en el 2007, precisamente porque obstruye al río y, aunque hace tres años la demolición parecía inminente, aún sigue en pie.

También siguen erguidos, aunque en algunos casos de milagro y a base de puntales, varios inmuebles ubicados en el relleno de Ponteceso, en lo que podría considerarse poco menos que un humedal. Saltaron todas las alarmas en el 2009, cuando se apreciaban hundimientos y grietas pavorosas, cinco años después se seguía apuntalando y a día de hoy, aún no existe una solución definitiva. Como tampoco la hay -hacen falta obras importantes- para evitar las inundaciones del río de Vimianzo en la capital soneirana.

Los sistemas dunares chocan de frente con las prácticas fijadas en la costa de la zona

Los sistemas dunares son un crisol de riqueza biológica en todo el mundo civilizado, hasta el punto de que el Ministerio de Medio Ambiente, dispone de un manual de 234 páginas exclusivo de como restaurarlas. Sin embargo, en la Costa da Morte aún son vistas, en muchos casos como un incordio, en lugar de como un activo.

El caso paradigmático probablemente sea el de Laxe, donde este pasado mes de julio unos simples carteles para protegerlas fueron interpretados por algunos vecinos como que se les estaba privando del acceso a la playa. Por no hablar de la arena del paseo, que da por sí sola para un serial literario, y que, junto con el dragado del puerto, parece, ahora sí, en vías de una actuación.

Sin embargo, el gran protagonista, al menos en lo económico, de los ambientes litorales, son las pasarelas de madera, ya sean sobre dunas o en otro tipo de entornos. Aunque vistosas y cómodas, se han demostrado como estructuras claramente ineficientes, por su falta de durabilidad y alto coste de mantenimiento. Los ejemplos son numerosos, porque solo de planes europeos hay varios millones de euros invertidos en la zona en estas obras. Ahora mismo, las que presentan mayores necesidades son las ya citadas de Muxía, incluídas las de las Caldeiras do Castro, o de Laxe, aunque prácticamente todos los concellos costeros tienen tarea por delante para recuperarlas.