Champions (1)

Maxi Olariaga LA MARAÑA

CARBALLO

07 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Irreal Madrid, nombre acuñado por Narciso Ibáñez Serrador, ha vuelto a afirmar su puesto de incontestable adalid de los futboleros. Estos asuntos del fútbol patrio, además de airear las pasiones propias de los vencedores, trasladan al ámbito ciudadano las frustraciones y hasta los traumas más ocultos. Bajo la vil máscara del más callejero de los cachondeos, es frecuente que los victoriosos humillen a sus rivales con todo tipo de vejaciones que se pretenden hacer pasar por inocentes juegos de guante blanco, cuando lo cierto es que las balas van dirigidas a lo más hondo de los sentimientos personales.

Es decir, sea el Real Madrid, como este caso, u otro club el merecedor del laurel de la victoria, se liberan inmediatamente las más bajas capacidades que la humanidad posee para degradar a su vecino. De la mofa inocente, se pasa al escarnio indecente. El coto de caza salvaje que se abre en las redes sociales ha descubierto una orgía de matones, ventajistas y resentidos anónimos que, aprovechando las victorias de sus héroes, demuestran ser gente verdaderamente peligrosa, insolidaria y cobarde.

Es ciertamente decepcionante comprobar cómo la famosa frase de nuestros patriarcas de «el hombre es un lobo para el hombre» se cumple en todos sus términos, a pesar de los siglos de civilización que deberían haber depurado nuestro pensamiento. Y los que mandan, que lo saben, no hacen otra cosa que seguir echando carne de mártires a los leones. Pero los leones no son tales sino que somos nosotros mismos quienes nos devoramos los unos a los otros. ¡A tal estupidez hemos llegado! Habrá segunda parte.