La penitencia turística de cada Semana Santa

Patricia Blanco
Patricia Blanco CRÓNICA SOCIAL

CARBALLO

22 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No es cuestión de poner la venda antes de la herida, pero con la experiencia previa y ahora que todavía queda algo de margen, aunque no mucho, la Costa da Morte debería ir pensando en tejer y articular su agenda para Semana Santa. A menos de un mes se aproxima una época de descanso en cierta manera generalizada -no para todos, claro-, que mueve a muchos turistas. Y ya se sabe, a la comarca le suelen tocar algunos de ellos, e incluso muchos si la temperatura acompaña. Hubo un tiempo, y de él fructificaron iniciativas que siguen vigentes, en el que la coordinación entre municipios era efectiva, si bien ahora, de unos años a esta parte, el trabajo en conjunto parece ser un caballo de batalla e incluso, a juzgar por algunos casos, parece que se le da la espalda a un sustento económico que ya es indudable en la Costa da Morte, el turismo. Camariñas, con su nueva edición de la tradicional Mostra do Encaixe, capitaneará algunas de las ofertas de ocio para esas jornadas, si bien es mucho más lo que puede hacerse, y rutas bien integradas, comarcales, que se ofrezcan al que viene de fuera, bien podrían tener cabida: un periplo desde la tierra del encaixe hasta el castillo de Vimianzo, o el dolmen de Dombate, el castro da Cidá, las Torres do Allo, los Batáns y hasta la cascada de O Ézaro, que para más atractivo estará iluminada para ese tiempo, en las noches de fin de semana. En Fisterra, la Semana Santa mueve a miles de personas, si bien ahí está el faro, emblema de la localidad, símbolo del finis terrae, un símbolo para el visitante que, a día de hoy, está cerrado. Hasta el cabo se acercan numerosas personas que, si nada lo remedia, se toparán con la puerta sin abrir. Es más, no es el único faro que acusa un deterioro ingente, en su caso con deficiencias varias y humedades. En pleno debate sobre su gestión, muchos sucumben al paso del tiempo y a la falta de actividad. El Camiño, otro de los puntales de la comarca, fuente de una economía muy particular, tiene asimismo de lo suyo: el primer local en la ruta en la comarca, O Refuxio de Ponte Olveira (Dumbría), está cerrado. La planificación conjunta de propuestas figura en la carpeta de los retos pendientes, al igual que el de la profesionalización, o la explotación de los muchos recursos que tiene la tierra, desde las islas a las rías. Museos como el Seno, o el de la electricidad, tampoco tienen abiertas sus puertas y las oficinas de información son lugares en los que los visitantes, como se quejan año tras año, no encuentran el servicio que entenderían lógico.

Falta el salto de la unión, el aprovechamiento conjunto, en el buen sentido, de un turista que se mueve por la comarca. El paisaje tira mucho, y la gastronomía también, pero no lo es todo para que vuelvan.