Cee, ochenta años de una tragedia

LUIS LAMELA

CARBALLO

CEDIDAS POR LUIS LAMELA

Ocho obreros ceenses fueron fusilados en Punta Herminia el 9 de diciembre de 1936

12 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado día 9, viernes, se cumplieron 80 años (fue en 1936) del fusilamiento en Punta Herminia, en A Coruña, de ocho obreros de Cee, ejecución efectuada por los militares sublevados.

Estos vecinos de Cee fueron: Norberto Recamán Casal, de 22 años, soltero, empleado de la fábrica de Brens; José Lago Fernández Granado, de 37 años, casado con Carmen Santos y con dos hijos, jornalero, presidente de la Sociedad de Oficios Varios, de la UGT y empleado de la fábrica de Brens; Teófilo Mejuto Leis, de 27 años, soltero, chófer; Perfecto Trasmonte Costa, Tribolín, de 26 años, casado con Dominga Atán y con dos hijos, electricista, empleado de la fábrica de Brens; Jesús Chouza Figueiras Gorrión, de 52 años, casado con Victorina Gómez y con 9 hijos, hojalatero, concejal por Izquierda Republicana; Florentino Canosa Barreiro, de 29 años, casado con Dolores Lema y con dos hijos, mecánico, empleado de la fábrica de Brens; Manuel García Castiñeira Moledo, de 32 años, casado con Blanca Garea y dos hijos, empleado de la fábrica de Brens y Domingo López Domínguez, de 29 años, soltero, carpintero.

Si omitimos el ambiente de crispación y enfrentamiento social y político existente en toda España entre el 16 de febrero y el 18 de julio de 1936, esta historia de final infeliz comienza precisamente en Cee en esta última fecha, al llegar las primeras noticias del alzamiento o rebelión militar de las tropas en África, alarmando a todos los vecinos y entre ellos a los integrantes de la Sociedad de Oficios Varios, afecta a la UGT socialista. Después de una llamada telefónica directa del Gobierno civil de A Coruña, un grupo de sindicalistas convocaron una reunión en la sede social que estaba en la carretera de Cee a Brens, antes de llegar al cementerio llamado hoy viejo, para intercambiar opiniones y, en su caso, constituir un comité de defensa de la II República. En la noche del 18 al 19 se formó una nutrida manifestación -alrededor de 50 personas- que bajó por el Campo do Sacramento y recorrió las calles caminando hacia el centro portando banderas de la sociedad y también la comunista, sonando algunas cornetas y otros instrumentos musicales y gritando varias consignas: ¡Abajo el fascio!, ¡Viva la República!, ¡Viva el Frente Popular!.

Al llegar a las cercanías del cuartel, en la calle de Arriba, pararon a la altura de la fuente y uno de los dirigentes dirigió la palabra: «¡Camaradas! ¡Todo el que se sienta obrero es preciso que nos siga!». Al llegar a la actual plaza de la Constitución, algunos dirigentes sindicales intentaron comunicar por teléfono con el gobernador civil, negándose la telefonista a atenderles, argumentando que estaban fuera del horario para el público, sin valorar la gravedad de la situación que sufría en aquel momento España. La negativa enervó a los sindicalistas que amenazaron con echar la puerta abajo y finalmente fueron autorizados a comunicar con las autoridades legítimas de la capital provincial. La concentración se congregó en la Alameda y se escucharon a algunos oradores espontáneos hasta que a la una de la madrugada la presencia del sargento de la Guardia Civil, acompañado de un número, fue suficiente para que se disolviesen pacíficamente.

En los días posteriores los obreros se dedicaron a escuchar las noticias radiofónicas en la Casa del Pueblo, como se llamaba la sede del sindicato, o en los bares, hasta que de nuevo el sargento clausuró el local sindical a las diez de la noche del día 20, sin que sucediera altercado alguno. El único a destacar se produciría una vez que los militares sublevados salieron a las calles en A Coruña. Después de conocer la nota emitida por el dirigente socialista, Largo Caballero, dando instrucciones de convocar una huelga general en toda España, y del gobernador civil coruñés, los dirigentes sindicales impartieron instrucciones para convocarla en Cee.

Pero la convocatoria resultó un fracaso. Precisamente, en las declaraciones sumariales el alcalde de Cee, Juan Bugeiro, dijo que el día 21, al tener conocimiento después de sostener una conversación con la directiva, que en la fábrica de Carburos se había declarado la huelga, se puso al habla con el sargento, a fin de convenir el medio más oportuno para evitar esa huelga, y para ello el deponente fue a la fábrica, consiguió que los obreros se reintegraran al trabajo.

Y, poco más sucedió en Cee. Nadie sufrió agresiones, nadie falleció, nadie fue detenido durante aquellos días hasta que llegó el teniente Santos y los falangistas y fueron estos los que dispararon y mataron a un guardia municipal el 25 de julio. Todo esto y con más detalle se relata en mi libro Crónica de una represión en A Costa da Morte, pero en este trabajo no puedo extenderme más.

En conclusión, poco más de cuatro meses después de que llegara la Guardia Civil sublevada contra la II República a Cee, junto con varios falangistas, fueron fusilados en A Coruña los ocho vecinos que hemos citado, ocho personas normales que simplemente se opusieron al golpe de Estado con la convocatoria, fracasada, de una huelga. Y en estas dramáticas circunstancias, sin duda que el dolor y la tragedia las vivieron, durante aquellos días y los casi cuarenta años siguientes, las familias de los fallecidos, casi en exclusiva, unas gentes que fueron señaladas con el delito de rebelión militar en la sentencia del consejo de guerra al que fueron sometidos. Sin embargo, a estas alturas deberíamos tener claro que a los obreros de Cee no se les mató por ser criminales, ni por terroristas, ni por desalmados o traidores, ni por rebelarse contra el Estado... Ni tan siquiera por ser delincuentes comunes. A los ocho obreros y sindicalistas ceenses los fusilaron por ser buenos padres de familia; y por observar buena conducta moral, pública y privada, además de intentar convocar una huelga para defender la democracia y ayudar a que fracasase un golpe que habían iniciado los militares sublevados en julio de 1936 en España.

Mientras, 80 años después de su asesinato en Punta Herminia, su principal acusador, el que les señaló una y otra vez con el índice de sus informes y declaraciones sumariales, el italiano Eduardo Garrone de Cristófaris, director de la fábrica de Carburos de Brens, sigue ostentando hoy en día el título de Hijo Adoptivo de Cee, como si quedase todo atado y bien atado por el Movimiento.

Ochenta años después nos queda, simplemente, sus nombres. Muy poco para lo que ellos y sus familias sufrieron. Su memoria debería vencer a la desmemoria de la sociedad actual de su pueblo.

«Nadie sufrió agresiones, nadie falleció ni fue detenido»