Piedra

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu LA ATALAYA

CARBALLO

01 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En casi todas las fotos antiguas de la comarca las casas pequeñas, las de la gente corriente, aparecen recebadas y pintadas. Era, por lo que se ve, lo corriente entonces. Solo las casas grandes o pazos tenían sillares de suficiente entidad como para que pudieran estar al aire. Incluso fachadas importantes muestran una capa de cal de la que solo salen las losas nobles de puertas y ventanas.

De un tiempo a esta parte, la piedra tiene que asomar sí o sí a través del revoco. En muchos casos se trata de construcciones que fueron humildes, con gruesos muros rellenos de escombro o barro. Parece que arrancar el cemento es la única forma de rehabilitar y más de uno se ha llevado una desagradable sorpresa, porque el muro está lleno de agujeros o de piedras feas y pequeñas.

Da la sensación que este impulso de mostrar la fachada desnuda es el mismo que invadió durante un tiempo a los vecinos de la Costa da Morte, sobre todo emigrantes, que se pirraban por los tejados negros de pizarra, como los que habían visto en Suiza.

En la construcción también caben las modas y las copias, con sus aciertos y sus fallos, pero estaría bien aplicar el sentido común, aprender de las personas sencillas que buscaban soluciones sencillas a sus necesidades.

Por eso es importante que la Xunta indique qué modelos son los más adecuados, aunque tampoco hay que caer en la homogeneidad, convirtiendo la zona rural en una especie de urbanización con casas prácticamente iguales, sin personalidad. Tan malo es tener demasiada como ninguna, por lo que cada caso tiene que ser tratado como si fuera único. Porque lo es.