Caja finlandesa

Cristóbal Ramírez

CARBALLO

23 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El artículo 20 de la Constitución consagra la libertad de expresión para todos los españoles. Así que decir barbaridades no solo es gratis sino también legal. Y, por supuesto, lo es también criticar a aquellos que gestionan los asuntos públicos, presidente de la Xunta incluido. Lo malo es que ahora vienen elecciones y cualquier manifestación oral tiene mayor eco en Santiago por razones obvias.

Por ejemplo, la que se apresuró a hacer el número uno del PSdeG-PSOE, Xaquín F. Leiceaga, con motivo de la decisión de Núñez Feijoo de entregar la llamada caja finlandesa a los recién nacidos.

Pero no se centró en la propia caja en sí. Podía decir que le parecía bien, o mal, o insuficiente, o extemporánea.

Sin embargo, prefirió recurrir a la sorna y soltar la demagogia de si la caja también llevaba en su interior los 4.000 euros de deuda con la que nace cualquier gallego.

El candidato Leiceaga pasa por ser un buen economista. Por eso sabe perfectamente que la alternativa a la deuda -que todo apunta a que no solo no se ha salido de madre sino que está en unos parámetros asumibles por la economía gallega- consiste en un gran paquete de esos recortes que critica.

Por ejemplo, habría que construir menos autovías, esas que tanto le gustan a la ciudadanía, y más si son gratis. Si Galicia se ha endeudado es porque ha podido y para evitar que los recortes fueran, por ejemplo, como los de Cataluña, donde no cobran ni los farmacéuticos.

Elecciones a la vista. Critíquese la labor de Alberto Núñez Feijoo por donde se quiera criticar, pero por favor, señores candidatos, no nos sometan durante un mes a un bombardeo de demagogia barata y promesas incumplibles. Los ciudadanos de a pie se lo agradecemos desde este mismo momento.