Agosto es una fiesta

Alicia Fernández LA CRIBA

CARBALLO

06 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó la explosión emocional de cada primera quincena de agosto. De fiesta en fiesta y celebro porque me toca. Reencuentros esperados e inesperados que sirven para reactivar los recuerdos más felices de nuestras vidas. Charlas largas o cortas, de cerveza o café. Paseos de alba o de anochecer. Pero sobre todo dificultad para cuadrar la agenda con familia y amigos, con sus comidas y cenas; que los familiares están para mediodía, lo más frecuente en casa y con sobremesa, mientras que para los amigos se deja la noche. Será por aquello de que después de mesa y mantel vienen copas, confidencias y lo que surja.

Por no hablar de los compromisos que nos obligan a fiestas patronales, gastronómicas o de pura diversión. A lo que habrá que sumar conciertos, acampadas y quedadas. Por último, y no menos importante, visitas de obligada asistencia ejerciendo de guías a Santiago, Barbanza, A Coruña o los periplos comarcales por buena parte de la provincia, de norte a sur. Que en el primero de los casos es bueno prepararse, tanto para contar algunas curiosidades de la catedral -mola incluso con los ateos- como para escoger restaurante y que no te peguen el sablazo de tu vida.

Con todo ello, en un instante y si el cuerpo lo resiste, llegaremos enteros a finales de agosto para afrontar las inevitables despedidas. Nos quedará la mochila de los recuerdos llena, la cartera vacía y una sensación rara en el estómago. Una mezcla de felicidad y alivio, aderezada con un soplo de desidia ante la inminencia del largo invierno.