«La urología que conocí como residente tiene poco que ver con la actual»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

CARBALLO

SANDRA ALONSO

Ha visto reconocida su labor de investigación y dice que la tecnología revolucionó la especialidad

11 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2008, el Clínico de Santiago era ya noticia por la aplicación de la técnica de nefrolitotomía percutánea, en aquél momento novedosa, para eliminar cálculos renales grandes y complejos de forma mínimamente invasiva. Daniel Adolfo Pérez, nacido en Ourense hace 37 años, formaba parte del equipo que la realizaba. En la actualidad es responsable de la unidad de endourología del servicio de Urología del CHUS y ha visto reconocida su labor de investigación sobre esta técnica con el premio de la Fundación Barrié, que supone la incorporación a la Academia de Medicina y Cirugía de Galicia.

-¿En qué basó la investigación?

-Lo que pretendía era demostrar la sensación que teníamos sobre el mínimo daño que infringíamos con esa técnica. Antes, el tratamiento de estos cálculos complejos era por cirugía abierta, muy agresiva para el paciente y para el propio riñón que muchas veces se perdía o quedaba muy deteriorado.

-¿A qué conclusiones llegó?

-Medimos la calidad de vida del paciente antes de la intervención, a los tres meses y al año de hacerla, y vimos que la mejoría espectacular que se percibía a los tres meses se mantenía en el tiempo. Algunos pacientes mejoraban la función renal después de ser operados, cosa que me sorprendió.

-¿Se puede mejorar aún más?

-Claro. No todos los cálculos se van a poder tratar a través de una incisión de 1.3 milímetros, pero la idea es adaptar este arsenal de materiales que tenemos en la unidad a cada persona y no que el paciente tenga que adaptarse a una técnica. 

-¿Cree que debe haber unidades especializadas en cada hospital?

-Esta técnica requiere un proceso de capacitación importante y la curva de aprendizaje es larga. Yo estuve en Bilbao, en Italia y en Nueva York para formarme y sigo aprendiendo después de 350 casos. Por otro lado, la dotación tecnológica que exige es elevada, y todo ese equipamiento es caro. En la asistencia es clave organizar recursos humanos y económicos y tener todo en todos los hospitales tampoco es siempre resolutivo. Creo en la creación de unidades de referencia en las que tener todo el material y que esté bien dotada a nivel humano, porque si en un hospital solo voy a operar cinco casos al año no voy a poder alcanzar nunca el nivel en esa curva de aprendizaje. 

-¿Tiene la urología gallega el reconocimiento que se merece?

-No es de las especialidades más reconocidas a nivel social y de medios de comunicación, quizá porque no tiene tanto glamur como tratar el cerebro o el corazón. Quizá parte de culpa de esa realidad sea nuestra por no saber vender todo lo que hacemos. Y como empezamos por la U, y siempre somos los últimos, hasta para cuando te vas a sentar en una oposición, nos hemos acostumbrado [ríe]. Bromas aparte, la urología que conocí cuando empecé como residente es totalmente distinta a la actual. Ya casi no hacemos cirugía abierta, sino laparoscópica; la tecnología ha revolucionado la especialidad.