La villa pondaliana, como sucede en gran parte del rural gallego, sufre las consecuencias de una crisis implacable con el sector de la construcción y de una mala planificación urbanística. Los esqueletos de hormigón y los desvaríos edificativos son muy visibles en Ponteceso. En el casco urbano hay un abanico de ejemplos de feísmo urbanístico. El mamotreto de la que iba a ser la futura sede de la asociación cultural río Anllóns es un fiel reflejo del daño a la vista que supone ver semejante mole en un entorno de la belleza y la historia de la ribera del Anllóns. Un inmueble sin acabar que se carga cualquier estampa fotográfica del que visita Ponteceso.
Pero no es el único ejemplo. La política constructiva entremezcla lugares, entornos y edificios con encanto con otros encantados... En pleno centro del casco urbano es posible ver caminos sin asfaltar rodeados de bloques de viviendas a medio hacer o con los ladrillos al aire. Las vallas de obras sin acabar son consecuencia directa la crisis inmobiliaria. En O Recheo, el Concello sigue a la espera de poder retirar un cierre metálico de la promotora Elyte. Y eso que ya logró que retiraran una enorme grúa que dominaba el cielo de este céntrico entorno de la villa pondaliana desde hace cinco años.
Con un plan xeral a la espera de aprobación, el equipo redactor sigue deshojando la margarita de las más de 600 alegaciones presentadas. La puesta en marcha del nuevo PXOM se hace necesaria para corregir este desvarío edificativo de los últimos años. Uno de los puntos importantes del futuro texto es la imposibilidad de hacer sótanos en el entorno de los humedales, que tantos quebraderos de cabeza provocaron hace cinco años con las famosas grietas en varios inmuebles de O Recheo.