Acaba el año con un golpe en los morros por el fracaso del sello de Fisterra como Patrimonio Europeo. No es un golpe solo para el municipio. Lo es también para toda la comarca y para Galicia. No se ha apostado lo suficiente por el último paso de Europa, el verdadero fin hacia el que caminó durante toda la historia este continente. Han dejado encallar la proa del barco, pero también hay buenas noticias: Carballo ha entrado, por fin, en el plan de transporte metropolitano de A Coruña y Santiago. Un puerto de partida imprescindible hacia el desarrollo. Fueron años de espera culpable por parte de la clase política. Unos se echan la culpa a los otros, pero cuando las cosas no funcionan todos tienen su parte de deuda. La disculpa no sirve como moneda de pago para las deficiencias que sufren los ciudadanos, que, por fin, verán reducido el enorme coste que supone trasladarse en transporte público a la capital de Galicia y a la capital de la provincia. El año acaba, pues, de modo agridulce. Días atrás, aunque sea con paso de procesión, comenzaron las obras de la autovía. Y A Barca, uno de los grandes símbolos de la comarca, está lista para seguir navegando con sus fieles. La recuperación en gran parte del emblema muxián era una tarea necesaria. Quedan días para un nuevo año. A ver si trae la luz necesaria para ver el camino al futuro. Falta hace.