El motel Hórreo de Corcubión dio entrada al turismo en la comarca

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

CARBALLO

Vista del Motel original, sin el edificio nuevo, en una imagen de los años sesenta.
Vista del Motel original, sin el edificio nuevo, en una imagen de los años sesenta. archivo alejandro lamas< / span>

Las instalaciones albergan obras de arte que podrían estar en peligro

21 nov 2023 . Actualizado a las 19:28 h.

«Non había nada nin parecido en Corcubión, na Costa da Morte e seguramente da Coruña para aquí», asegura el cronista local, Alejandro Lamas, para quien el motel Hórreo, complejo original al que sumó el edificio que ahora sufre desprendimientos, supuso «á entrada do turismo na bisbarra».

Lo corrobora Ignacio Rodríguez Torrente, que trabajó en las obras, puso la instalación eléctrica y también es testigo de la historia de un símbolo de Corcubión. «As habitacións eran como apartamentos, cun espazo para cociña, algo que non se vía por aquí», afirma.

Con el Hórreo como base se planeaban las primeras excursiones al Cabo Fisterra o al salto de agua del Xallas, que era como se conocía la Fervenza de O Ézaro, y junto con el de Pontedeume formó parte de las planes de desarrollo del Franquismo en materia turística. A través de la empresa Protugasa, con fuerte apoyo público y personas distinguidas al frente, como José Trillo, padre del magistrado Juan Trillo o el abogado coruñés Giménez de Llano se creó una conciencia de beneficio colectivo que impregnó a todo el pueblo.

«Encargáronlle a persoas relevantes do pobo que conseguisen os terreos, foron comprando fincas e nalgúns casos a xente regalounas, porque venderon que se trataba dun beneficio para todos», detalla Rodríguez Torrente, quien recuerda todo aquel ambiente de los años 1964-65 cuando se puso en marcha el complejo.

Alejandro Lamas destaca, además, la calidad y adecuación de la obra «cunha arquitectura moi minimalista», que luego se vio completamente truncada por el nuevo edificio, completamente invasivo y que eliminó las magníficas vistas que había. Incide en el propio concepto de motel, que «era algo que só coñeciamos polas películas americanas» o la piscina «con agua de mar bombeada» que no había en ningún otro sitio de la zona.

Sin embargo, en lo que más incide el historiador es en el impresionante mural del pintor Vilar Chao, del que teme que se pueda deteriorar si se mantiene la situación de abandono, a lo que hay que sumar una basta colección de pinturas de María Cagiao, «unha en cada habitación», con motivos florales, además de obras de Pesqueira que reflejaban «escenas cotiás de rapaces galegos». Un patrimonio, en palabras de Lamas, más que apreciable, al que hay que sumar su ubicación, los terrenos que incluye el complejo y todo el significado de su historia. Y un valor que ahora está en claro riesgo debido a que los actuales propietarios, que ni siquiera se presentaron al juicio con los últimos trabajadores que reclamaban sus salarios, no dan signos de pretender recuperar.

De hecho, las problemáticas respecto a la limpieza de los espacios, y la responsabilidad pública salió todavía a relucir en el último pleno municipal, donde tantas veces se ha tratado el asunto del Cruceiro de Valdomar, que quedó dentro del complejo y, como explica Lamas, tiene una gran relevancia, porque «esa era a entrada histórica do pobo no seu momento» de ahí que muchos aboguen todavía por poder recuperarla.