La tragedia que cubrió Laxe de luto

Cristina Viu Gomila
cristina viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

JOSE MANUEL CASAL

El naufragio dejó cinco víctimas, cuatro viudas y siete huérfanos

13 ago 2021 . Actualizado a las 20:14 h.

El naufragio del Nuevo Nautilus, con todos sus tripulantes a bordo, fue el preludio de un decenio trágico y el que marcó un antes y un después en la actuación de las Administraciones. El impacto que causó en la opinión pública quedó reforzado apenas tres meses más tarde por el hundimiento del Velasco II, que el mar engulló con once hombres. En el caso del pesquero laxense poco se podía hacer para salvar las cinco vidas, pero el barco de A Guarda estuvo dos días semihundido. Entonces, el servicio de salvamento se limitaba al remolcador Alonso de Chaves y a un helicóptero con poca autonomía.

El accidente del Nuevo Nautilus dejó cinco víctimas, cuatro viudas, siete huérfanos y un recuerdo imborrable en el pueblo, que ya estrenado el 2000 volvió a vestirse de luto por el Panchito.

Marcos Santiago recuerda bien el 6 de octubre de 1989. Tenía 16 años y estaba enrolado en el Merexo. Su padre, Germán Santiago Díaz, era tripulante del Nuevo Nautilus. Al quedar viuda, su madre le obligó a dejar el mar, pero el trabajo en tierra le duró poco porque no ganaba suficiente. Ahora es uno de los tripulantes del cerquero malpicán San José III, en el que también trabaja su hermano Roberto, que quedó huérfano con 9 años. Son los únicos herederos de aquel naufragio que se dedican a la pesca.

Los hermanos Jesús Manuel y Alicia Soneira, hijos del patrón, de apenas 25 años, optaron por la hostelería. Ni siquiera su madre, Julia Ramos, vive ya en Laxe, aunque mantienen la casa. Otro de los huérfanos es chapista y la séptima, es una mujer. El único que no dejó descendencia fue Manuel Ramos, cuñado del patrón, que el día siguiente tenía que volver a la Universidad Laboral, a estudiar Mecánica Náutica. Tenía 15 años.

Germán Santiago era el mayor de los tripulantes de aquel pesquero que iba a los rascos, a por rape. Él rondaba los 45, pero el resto eran mucho más jóvenes, ninguno había cumplido los 30.

Manuel Domínguez Busto los recuerda muy bien. De él fue el Nuevo Nautilus. Se lo vendió un año antes del hundimiento a su cuñado, Jesús Manuel Soneira, que había estudiado Náutica y tenía pasión por el mar, a pesar de que no venía de una familia marinera.

Recuerda el armador del Nuevo Cazador la desesperación de las familias porque no hubo constatación física del naufragio hasta dos semanas más tarde. Recurrieron incluso a videntes y quisieron pensar que habían quedado sin máquina e iban a la deriva, pero el armador del Navaliño de Corme, que habló con el Nuevo Nautilus, justo antes de la desaparición y Domínguez Busto tenían bastante claro que se había hundido. Finalmente consiguieron las evidencias. El barco laxense yacía en el fondo y con él las víctimas que anegaron de lágrimas y dolor todo el pueblo.

veinticinco años del hundimiento del «nuevo nautilus»