Queo de Arriba se queda sin sus dos bares el mismo día

Santiago Garrido Rial
S. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Consuelo y María, ayer en Queo.
Consuelo y María, ayer en Queo. J. M. CASAL

Los vecinos de la parroquia de Carballo se quedan sin su surtido habitual

01 oct 2014 . Actualizado a las 08:41 h.

Los bares-ultramarinos: cada vez son menos. Como las escuelas unitarias: los tiempos cambian, y pasan, y los usos y costumbre son otros. No es nada nuevo. Probablemente es algo que se arrastra desde hace dos o tres décadas. Cada parroquia, y desde luego cada lugar con cierta entidad, tenía su pequeño comercio en el que hacerse con eso que nos faltaba a última hora, o en momentos intempestivos: la sal, el aceite, el Colacao, algunas especias, tal vez el fiambre... Todo a mano, con confianza, fiando cuando no quedaba otra. Las carreras de los niños se hacían en la escuela, pero también en los recados que les mandaban sus madres. Monedas en la mano, bien apretada, a toda velocidad mientras ella pelaba las patatas. Dos minutos y todo solucionado.

Se han ido yendo, pero lentamente. Otra cosa es que, en el mismo lugar, desaparezcan dos en el mismo día. Más aún: ¡los dos que hay! Casualidad absoluta, nada premeditado ni hablado siquiera. Pues eso pasó ayer en Queo de Arriba, en Bértoa-Carballo. Es una anécdota, no se va a parar el mundo por estas coincidencias, pero es un ejemplo más del signo de los tiempos y es, sobre todo, un pequeño palo para los vecinos que se quedan sin su surtido habitual, como reconocía una de ellas al advertir esta desaparición.

Los dos están en Queo de Arriba, pero, ojo, que esta es la nomenclatura clásica. La actual ya distingue O Campo, más arriba, de O Requeixo, tirando hacia la AC-552 por la carretera que hace esquina con el Cima y que sube hacia Baldaio, Caión y tantos lugares.

El más antiguo es el de Chelo Trigo. «O da panadeira», como así lo conocen todos. Comenzó a funcionar el 1 de agosto de 1971 y terminó ayer, 30 de septiembre del 2014, por jubilación de la dueña, a la que no se veía muy triste. Normal: ahora toca descansar. Estos días se ha desecho de la mercancía a buenos precios y los clientes han aprovechado. Muchos lo echarán de menos, aunque solo sea por nostalgia estética: «Está igual que cando empezamos», reconoce. Ese mostrador de formica, las estanterías, el terrazo, el bar de encuentros vecinales, el último vino antes de irse a casa...

Más abajo, en O Requeixo, está el otro, de María Naya. Lleva el nombre del lugar en el que está. A veces a la gente que llega de fuera le cuesta entender como en tan pocos metros puede haber tantos nombres (la terapia de choque es llevarlos al tramo entre A Canosa y Ramil, en Rus). Así que lo de antes: todo Queo de Arriba. También un bar pequeño, con un poco de todo. Otro mostrador de formica «que xa era de segunda man», dice la dueña. Pero, sobre todo, una espectacular estufa en mitad de la estancia que vino de Suiza «e aí seguirá». María no se va por jubilación, sino para descansar. Estos negocios son enormes ataduras. El poso romántico solo se ve desde lejos.

Eran las tiendas del pueblo, una desde hace 43 años y otra desde hace 30