El desfile social del 130 cumpleaños de Cerdeimar

M. P. valle faldrecos

CARBALLO

ANA GARCÍA

30 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El aniversario número 130 de Cerdeimar fue la fiesta de una gran empresa y de una gran familia laboral, la que han creado e integran todo el acogedor equipo de socios directivos de Cerdeimar: Andrés Cerdeiras, Begoña, Carmen, Rosario, María del Mar, Rosa, María Jesús y Juana -esta última no pudo desplazarse ese día-. Esa familia incluye trabajadores, clientes, proveedores y sociedad en general. Quizás por esa cercanía, para esta cita en Camariñas, que también era social, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, apostó por la comodidad y se dejó el traje en el armario. Vino con americana, pantalón vaquero y zapatos de ante. Estaba tan sport y cercano el presidente (incluso prolongó su estancia más de lo previsto) que tanto las jóvenes del equipo femenino de balonmano, como los jugadores del masculino, no dudaron en pedirle unos selfies. Accedió gustoso. Lo mismo le ocurrió a Andrés Cerdeiras, elegante como el resto del equipo directivo. Todo un punto que las chicas apostasen por calzado plano o semi-plano. No era día de andarse por las alturas: si Cerdeimar llegó a los 130 años no es por otra cosa que por los pies (y el trabajo) en la tierra. Excelencia, calidad, mejora continua, sostenibilidad, dijo Cerdeiras en su sentido discurso.

Cosa de la Xunta debe ser el atuendo de sábado, porque asimismo acudieron relajadas la delegada territorial, Belén do Campo, y la conselleira do Mar, Rosa Quintana, a las que en esta ocasión ganó (estamos hablando de elección de colores) la camariñana y diputada socialista Marisol Soneira, de muy acertada chaqueta roja.

Por la corbata tiraron el alcalde Manuel Valeriano Alonso, que ha encontrado en ese traje azul suyo un viejo amigo, y también el de Vimianzo, Manuel Antelo, a los que se vio departiendo con un elegante Manuel Varela Rey, y un sonriente regidor muxián, Félix Porto. El 130 aniversario fue ampliamente respaldado. Acompañaron el nuevo aniversario de este gigante económico, entre otros, el vicepresidente de la Diputación, Antonio Cañás; Juan Carlos Trillo Alonso, magistrado del Tribunal Supremo; Raúl García de Loza, exárbitro de Primera División, y su esposa, Carmen Veiras, jueza y una de las instructoras del Prestige; Ramón Piña, exjugador del Deportivo; José Gabín, presidente de la Fecom y su esposa Carmen Riveiro, presidenta de la Asociación de Amigos do Liño; los patrones mayores de Camariñas y Muxía, Dolores Bermúdez y Daniel Castro; el presidente del Club Náutico camariñán, José Ramón Ayora; el presidente de Anfaco, Jesús Manuel Alonso; el abogado Manuel Martín; los empresarios Óscar y Luis Lema, o la presidenta de la asociación empresarial camariñá, Olga Campos. Estaban también el director de la zona noroeste de Ferroatlántica, Carlos Oliete, el presidente de la asociación Telón e Aparte, Alberto Sueiro; o la responsable de la junta local de la Asociación Española Contra el Cáncer, Pilar Insua.

Era un gran fiesta final y bajo un sol de justicia, así que había dos cosas que no podían faltar en la villa que alumbra el Vilán: música y gastronomía. De lo primero se encargó el Coro de Mulleres de Camariñas, dirigidas por Rosario Freire, que ofreció varios temas, incluida una emotiva Salve Marinera. La tradición la llevó la Escola de Baile. El diseño del menú -por supuesto gran parte de él tenía como protagonista a Conservas Boya y la marca 1884- fue cosa del chef baiés Braulio García Cruz, profesor del Centro de Hostelería de Galicia. Todavía los asistentes tendrán en el paladar el recuerdo del laureado jamón ibérico, el pulpo á feira (de Camariñas, obvio), la empanada de melva con aceituna verde, la tosta de maíz de sardinilla y aceite de humo y cebollino, la cucharita roja de patata roja y mejillón o la navaja al natural (esto era solo el aperitivo, ojo). Después llegaría el menú en sí, con filloa rellena de atún a la napolitana, zócalo de guacamole y lasca de ventresca, tartaleta de crema de queso, piquillo y pastel de cabracho, bonito de burela sobre cama de cachelos de Coristanco y emulsión de escabeche y brownie de chocolate con helado de frambuesa.

Toda una obra de arte en los fogones, sin olvidar el monumento descubierto: idea y diseño de Andrés Cerdeiras, con la colaboración de Perfecto Parapar y la realización de Talleres Unión de Camariñas.