De Carballo a Suiza en taxi, 170 euros y unas 16 horas

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

José Antonio Gómnez Gende, no seu taxi.
José Antonio Gómnez Gende, no seu taxi. JOSE MANUEL CASAL

Aumentan los vehículos particulares que cubren la ruta helvética

18 sep 2014 . Actualizado a las 15:25 h.

Taxis a Suiza desde la Costa da Morte ha habido siempre en las últimas tres décadas. Es algo que llama la atención en otras comarcas, desconocedoras del fenómeno migratorio de la zona desde hace algo más de 50 años, aunque aquí ya no llame la atención. Taxis, autobuses, miles de vehículos particulares que van y vienen, y hace un mes incluso dos ciclistas, emigrantes de Camariñas que decidieron hacer la ruta a casa sobre un sillín para celebrar sus 15 años como pareja y de paso probar otras maneras de desplazarse entre estas dos orillas de amigos y familiares. Porque Suiza es un mundo lleno de microparroquias de la Costa da Morte, ya sea agrupadas en las grandes ciudades, o en pequeñas localidades en medio de las montañas idealizadas por Heidi.

También los aeropuertos tienen su clientela fija. En julio y agosto, el vuelo a Ginebra en Santiago fue el más demandado de todos los que tienen la terminal. El tercero, el de Zúrich. Londres se quedó en segundo lugar.

Pero una cosa es que haya un grupo de taxistas regulares y otra que aparezcan nuevos, porque la emigración ha crecido, desde luego, pero no es la que era en los ochenta y noventa. Hay profesionales en Ponteceso, Muxía (sobre todo) o Camariñas (uno) que llevan décadas. Otro de los veteranos, de Baio, se retiró no hace mucho. No es habitual que los jóvenes se incorporen, a no ser que sea para coger el relevo familiar, como hizo uno de Añobres, en Muxía: Micael Martínez, de 27 años, que ayuda a su padre Jaime, al que todos conocen como O Carpio, y que lleva 28 años en la carretera.

La juventud también ha llegado a Carballo. José Antonio Gómez Gende, de 38 años, natural de Vilela-Entrecruces, pero establecido en la capital municipal, optó hace cuatro meses por meterse en este negocio. Es (en principio) el único del concello que lo hace, aunque hace años hubo más. Trabajaba en una carpintería, se quedó en paro, y decidió adquirir un taxi. A su favor, además de la necesaria valentía, jugaba el hecho de que nació en Ginebra, tiene familia en esta y otras localidades suizas, habla francés y chapurrea alemán, lo suficiente para defenderse en un control de policía, por ejemplo. Otra ventaja es que la emigración ha repuntado, y cada vez son más las personas, aquí y allá, que llevan y traen paquetes y todo tipo de objetos. Así que se echó al ruedo y a la carretera y en este tiempo ya lleva cinco viajes de ida y otros tantos de vuelta. La próxima semana, el sexto. Con el coche y el remolque, con destinos principales en Ginebra y Berna. Y una cartera de clientes que va a más. Usa las redes sociales de toda la gente que conoce (familia, amigos, centros gallegos...), pero también las informáticas (Facebook, sobre, algo que no suelen hacer otros profesionales).

Un viaje entre Carballo y Ginebra puede durar unas 16 horas, pero el trayecto completo puede alargarse hasta las 20: depende de las paradas, de dónde haya que recoger clientes o encargos, del tráfico y hasta el tiempo. Generalmente, en la ida y vuelta , con todos los trayectos, no baja nunca de los 5.000 kilómetros. A Ginebra (vía San Sebastián, Bayona, Pau, Toulouse y Chambery) son 1.760, y a Berna, 2.000.

El precio medio por persona y viaje, equipaje incluido, es de 170 euros, puerta a puerta. Hay que consultar los detalles. Lo mismo que la paquetería, para la que usa dos remolques. Lleva, o ha llevado y traído, de todo: motos, bicicletas, electrodomésticos, ropa, muebles... Otra cosa es la comida, porque está muy restringida y vigilada: un kilo de carne máximo por persona y día. Pero tampoco ese es el negocio.

José Antonio tiene clientes variopintos, pero siguen los que acuden a buscar trabajo, sin nada: «Hai moita xente nova que marchou, e moita que o sigue facendo, uns atopan e outros non». Jóvenes y no tanto. Dice que sin idioma está muy complicado, y en los oficios no cualificados, más. Además, «está cheo de xente de Portugal, e uns tiran polos outros e copan os traballos na construción».

Le gusta conducir, y no le parece peligrosa tanta distancia. «Non o é se fas as paradas que tes que facer e vas como hai que ir». Cree que, tal vez ahora en el invierno, se puede complicar un poco más. Ya se verá.

los efectos de la emigración

«Non é perigoso se fas as paradas que tes que facer», asegura