«Carballo es mi segunda casa»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

Ingeniero de Montes, exconsejero de la Junta de Castilla-La Mancha, lleva 35 años de visitas ininterrumpidas a la localidad de la que es su mujer

01 sep 2014 . Actualizado a las 10:55 h.

Hace diez años, Alberto Saiz Cortés (Cuenca, agosto de 1953), era nombrado por José Bono, ministro de Defensa, secretario de Estado-director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el antiguo CESID. Uno de los puestos más complejos y de más amplia responsabilidad de España, y que ejercería hasta hace cinco. Ahora tiene una empresa de consultoría en la que asesora a compañías de primer nivel mundial. Fue la culminación, en lo público, de una carrera política en Castilla-La Mancha donde había sido director general de Montes, Caza y Pesca, primero, y consejero de Industria, después. Y de la que es funcionario en excedencia como ingeniero de Montes. Durante la conversación, queda claro su conocimiento de este sector y de las vías para luchar contra los incendios forestales, de los que se tuvo que ocupar profesionalmente.

Su vinculación con Carballo viene de largo, porque su mujer es de la capital de Bergantiños.

-¿De qué año, exactamente?

-De 1979. Aún no estaba casado. Primer viaje para conocer a la familia. Ya casi no he dejado de venir ningún año. Sobre todo, los veranos, que es cuando más estamos.

-¿Y cómo ha visto su evolución?

-Las personas las vas conociendo más, vas ampliando el círculo, y te sorprende para bien. El pueblo también me ha sorprendido, con determinados aspectos de modernidad. El urbanismo ha cambiado y la gestión se nota mucho. Es una evolución lógica de las gentes con su entorno. Son ellas las que impulsan el cambio.

-¿Y le gusta?

-Sí. Para mí, Carballo es mi segunda casa. Y por fortuna, tengo muchas. Habitualmente vivo en Madrid, es mi centro principal. También tengo mucha familia en Cuenca. Pero aquí es donde vienes a descansar, donde cambias la rutina, a hacer las cosas que no puedes el resto del año. La relación con la gente de aquí, es buena, y con Carballo, también. Y con el tiempo ha ido a mejor. Estas vacaciones son como las anteriores, iguales pero distintas. Dado lo placentero del discurrir del tiempo y mi relación con los vecinos, me impulsa a pensar que han ido a mejor.

-¿Incluso para quedarse definitivamente?

- No lo sé. Imagino que a tiempo parcial lo lógico sería alternar el tiempo en Carballo y Madrid. Pero la historia futura no la podemos saber.

-Una de sus aficiones aquí es el submarinismo.

-La pesca submarina, sí. A través de Carballo me asomo al mar. Tiene lo que no encuentro en otros sitios. Además de lo anterior, es una fuente de actividades diferentes, como las relacionadas con el mar.

-Por su formación, se fijará mucho en la naturaleza.

-No lo puedo evitar. La veo cambiante. Se notan las últimas tendencias, sobre todo el manejo de la cubierta vegetal. En España se plantaron muchas especies exóticas. Eso cambió el paisaje forestal de determinadas zonas de Galicia, sobre todo la cornisa. La tendencia se ha estabilizado, y aparecen las nuevas maneras de conservación de la cubierta vegetal, donde las especies autóctonas, no foráneas, se ven más. Hay elementos forestales en manos privadas más organizados, más ordenados. El respeto por las especies autóctonas se aprecia a mejor. Y el cuidado y el esmero se nota también.

-¿Echa de menos la vida política en Castilla-La Mancha?

-No es echar de menos, pero pienso mucho en ello. Eran tiempos con un grupo de personas involucradas. De mucha producción. Trabajábamos mucho, y se podían hacer cosas. Era un horizonte lejano para hacer nuevas leyes, normas, planes de gestión, aplicarlos. Éramos un grupo de persona concienciadas, y nuestros jefes nos impulsaban a desarrollarlo en plenitud. Cuando tuvimos que dar la cara, la dimos, y la cosa no salió mal. Cumplimos aquello a lo que nos habíamos comprometido.

-¿Y el CNI? ¿Cómo lo recuerda?

-Como una experiencia única. Cargada de responsabilidad: así asumí aquel trabajo y creo que así lo ejercí. Es difícil de describir en pocas palabras. Fue una experiencia irrepetible. No le encuentro parecidos a otro tipo de trabajos. Con un nivel de compromiso muy grande que tienes que adquirir para poder seguir adelante. Te metes tan de lleno en una forma de vida distinta que te abstraes del resto. Te vuelves un poco autista de tu vida anterior. Y luego te cuesta un poco salir de ella, también es cierto. Pero han pasado cinco años, y no hay nada que no cure el tiempo. Lo recuerdo con muchísima gratitud. Lo que hicimos allí fue grandioso, y los logros alcanzados, también. No tengo el pronto de la información que tenía entonces, no sé cómo son las cosas allí. Tengo buena relación con el actual responsable. En aquellos años el trabajo era duro, interminable, con muchas situaciones de tensión, que se solapaban, sin un momento de tranquilidad. Estoy seguro de que todo aquello afectó a mi forma de pasar aquellos días. Los que me conocen de antes, durante y después, dicen que en aquellos tiempos se me veía más tenso, más fuera de lo que soy habitualmente, una persona tranquila y sonriente. Y he vuelto a ser como era un poco antes.

-Pero hay más pros que contras.

-Te sientes un privilegiado al ver que tienes una responsabilidad gigantesca, quizás excesiva. El privilegio es que te dan una gran capacidad para tomar decisiones, y de ellas dependerán muchas cosas. Eso te sobrecoge al principio, y luego adoptas ya los criterios normales del trabajo: acción, organización... Se vive con más naturalidad el trabajo ordinario. Pesa mucho la responsabilidad. No fui capaz de disfrutar de los éxitos. Tangibles, que se tocaban. Pero el día a día se sobreponía. Los éxitos eran consecuciones normales, y había que estar pensando en el siguiente paso.

alberto saiz cortés exsecretario de estado-director del cni