Lecciones de experiencia a pie de playa

Paula G. Mosquera / X. A.

CARBALLO

INÉS VARELA

31 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El mar es escenario de alegrías y grandes momentos de ocio y disfrute, pero también lo es duro trabajo y, a veces, hasta de tragedias. Lo que también puede ser nuestro litoral es un espacio para la cultura o, al menos, una forma novedosa de atractivo turístico. En Camariñas han dado con idea de acercar a los visitantes el difícil trabajo del marisqueo. Ayer quedaba inaugura en el arenal de O Ariño las rutas que todos los miércoles y sábados, de diez a once de la mañana, guiarán las responsables de la asociación de mariscadoras. El paseo por este mundo de las mujeres que cultivan bivalvos en la arena de la ría fue dirigido ayer por Dolores Bermúdez, flamante patrona mayor y presidenta de la Agrupación de Mariscadoras desde 1997. Una guía de lujo intentará hacer contagiar la pasión de su vida: cosechar la vida a ras de piel del mar de la Costa da Morte: la vida de las mariscadoras, cómo viven, cómo trabajan, qué aperos utilizan y todos sus conocimientos sobre los tesoros marinos que afloran al rascar en la arena. Esos berberechos con saber a la esencia del mar, las almejas, sus variedades y valores, y todo el esfuerzo que cuesta colocar esos manjares en las mesas de la gente, sobre todo en fechas tan señaladas como las Navidades, Semana Santa o las vacaciones estivales.

Dolores también cuenta la historia de la Agrupación de las Mariscadoras de Camariñas, que empezó como una solución para los conflictos entre mariscadores de pie y de embarcaciones, y que ahora se ha convertido en una referencia para toda la Costa da Morte.

Ayer fue la primera ruta guiada por la mariscadora. La siguieron varias parejas con niños. Venían de Suiza y Madrid, preocupadas por que sus hijos sepan algo más sobre lo que se llevan a la boca y los viejos secretos del mar.

Los pequeños escuchaban atentos las explicaciones de Bermúdez, aunque en cuanto pisaron la arena parecían más centrados en jugar en la playa que en hacer caso a la mariscadora. Después de las explicaciones, los más jóvenes limpiaban berberechos y almejas para volver enterrarlos en la arena, como suelen hacer los mariscadores en sus largas jornadas de dura faena.

«En esta primera ruta hay cosas que mejorar», decía la siempre exigente Dolores Bermúdez. Le hubiese gustado hacerlas más didácticas para los niños y tener disponible ya todo el material de apoyo. Sin embargo, su experiencia es su gran lección.