Amigos de una editora de Almería hacen el viaje que ella no pudo

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

CARBALLO

El marido de la fallecida Ana Santos cumple así un sueño lleno de símbolos

23 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Buzz Lightyear no pudo hacer el viaje con su dueña porque después una larga batalla falleció en marzo a los 41 años. Pero el simpático astronauta de la película Toy Story cumplió su lema de llegar «hasta el infinito y más allá». Lo hizo de la mano de cinco entusiastas almerienses que este sábado demostraron como la verdadera amistad vence incluso a la muerte. Entre ellos está Pedro Miguel, el marido de la desaparecida Ana Santos, una reconocida editora andaluza, con especial interés por la poesía gallega, que es quien le da sentido a toda esta historia.

Ana y Miguel planearon el viaje a Fisterra en el 2010 pero la enfermedad de ella les impidió hacerlo realidad, con lo cuál este fin de semana él «gracias a esta gentuza», como califica cariñosamente a sus compañeros, pudo completar ese sueño, con muchos recuerdos dentro y todo un catálogo de símbolos que hablan a las claras de como la editora concebía la poesía y la vida misma.

Coincidiendo con el solsticio de verano se presentaron a las 06.50 hora en Cabo de Gata para ver el primer rayo de sol y desde allí emprendieron en furgoneta una ruta de 1.300 kilómetros casi ininterrumpidos hasta el Cabo Fisterra para encontrarse con la última luz del día. «Por la diferencia que hay entre la hora de la puesta en un lugar y otro ganamos 40 minutos, es un poco como si lográsemos parar el tiempo», explica Pedro, que le está muy agradecido a sus amigos, que lo eran también de su mujer, Paco Pérez, Diego De Haro, Kika Martínez y Rosa Pérez, que se turnaron para traer el vehículo porque él es el único que no conduce.

Dentro de los objetos y detalles que recuerdan a Ana, además de Buzz Lightyear, uno de sus personajes favoritos, viajaron con el catálogo de El Gaviero Ediciones, que ahora dirige Luna la hija de la pareja y que viene con instrucciones de su madre para convertirlo en un singular barco de papel. El mismo que se han tatuado varios de sus amigos para mantenerla en la memoria y para que no se pierda esa doble intención que la editora le ponía a todo para acercar la poesía a la calle. Una tarea en la que contaba con la colaboración de muchas de algunas de sus autores fetiche como las gallegas Maite Dono y Estíbaliz Espinosa, que tiene también mucho que ver en este viaje. «A ella no se le escapaba que lo más interesante en cuanto a poesía vanguardista se está haciendo en Galicia, incluso cuando era la coordinadora de la Feria del Libro de Almería organizó un actividad que se llamaba Valente Itinerante, en la que se leían, cantaban o interpretaban versos de forma breve, pertenecientes al gran poeta ourensano que se enamoró del Cabo de Gata y lleva allí toda la vida, José Ángel Valente. En definitiva, que Ana estaba muy ligada a esta tierra y de ahí el sentido de nuestro homenaje», concluye Pedro.

Un acto de recuerdo en el que tampoco podía faltar la gran pasión de la editora como historiadora y arqueóloga que era, el mundo fenicio y la ciudad de Cartago. De ahí que unos amigos suyos se desplazasen hasta Túnez para traer arena de las playas cartaginesas y que una pequeña porción de aquella muestra se vaya a mezclar ahora con la que hay en la playa fisterrana de O Rostro, para cerrar ese ciclo simbólico.

De gata a fisterra tras un rayo de sol