«La misión en Afganistán fue una experiencia enriquecedora»

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Juan Alberto Sueiro, durante su estancia en Afganistán.
Juan Alberto Sueiro, durante su estancia en Afganistán.

Estuvo seis meses en la base de Herat formando a policías afganos

15 abr 2014 . Actualizado a las 13:40 h.

Lo suyo por la Guardia Civil es vocación. De siempre. Su padre fue sargento primero en Padrón. Su hermano Antonio es cabo primero de Atestados en Santiago. «Iba para Guardia Civil, sí o sí», dice Juan Alberto Sueiro Barra (Hammersmith-Londres, 1977). Sargento jefe de la Patrulla Fiscal y de Fronteras de Vimianzo, lleva diez años en el cuerpo. Entre las funciones de su unidad destacan la lucha contra el contrabando, las falsificaciones, el fraude del gasóleo bonificado y la comercialización ilegal del alcohol, la vigilancia de las fronteras, la costa y los puertos... Pero tiene una predilección especial por las misiones internacionales. Estuvo en Afganistán seis meses. Su estancia en Herat le sirvió para «tener una visión real del mundo y de las necesidades de la gente».

-¿Por qué Afganistán?

-Es algo personal. Me daba igual el país, solo quería ayudar. Y la misión en Afganistán fue enriquecedora a nivel personal y profesional.

-Vamos, que repetiría.

-Sí. De hecho estoy preparándome por si salen plazas para otra misión de este tipo.

-¿Qué labor desempeñó allí?

-La formación de policías afganos. Un trabajo complicado si se tiene en cuenta que el 60 % de la población es analfabeta y los medios técnicos, muy limitados. Nuestra unidad la componían 11 personas. Se denominaba Police Advisor Team. Mi labor fue crear una base de datos del personal del aeropuerto de Herat, tanto civil como militar.

-¿Cuáles fueron los momentos más complicados de su estancia?

-Cuando había que revisar el armamento a los policías afganos. Corrías el riesgo de que hubiese algún infiltrado de la insurgencia y la emprendiese a tiros contigo. Por suerte, todo salió bien porque éramos muy previsores y había unos protocolos de control muy exhaustivos. En todo caso, eran momentos muy complicados.

-¿Estuvo en algún sitio que no fuese la base militar?

-No, nuestra vida era ir de la base al aeropuerto y del aeropuerto a la base.

-¿No visitó Herat?

-No, ni te dejaban. Muchos afganos te veían como un invasor y es algo comprensible. Sufrieron la invasión soviética, una guerra civil, ahora una misión internacional... Corrías el riesgo de meterte en un lío innecesario.

-¿Qué echaba de menos?

-El color verde del paisaje. Allí todo es roca y desierto.

-¿Tuvo morriña?

-Sobre todo a partir del quinto mes, pero se iba compensando con las cartas de la familia y los regalos navideños.

-¿Hizo amigos?

-Sí, sobre todo, compañeros italianos y americanos, con los que aún mantengo contacto.