Sempre en Galicia

Eliseo Calviño

CARBALLO

03 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Recientemente, varios alcaldes se pronunciaban sobre la mina de oro de Corcoesto. El de Coristanco ha cambiado de idea, no por la valoración y conocimiento que tenga de la mina ni por los cientos de empleos que pueda crear y la riqueza que va a generar en empresas auxiliares (muchas de ellas, propia), sino que el leit motiv, según parece, es la campaña que aunque sea por decenas puede hacerle perder votos que, aunque sean pocos, le hacen temblar las piernas con el miedo de perder la alcaldía que no sé si ha merecido algún día. Su obligación como persona medianamente informada -aunque a este Concello o más bien a dos parroquias del mismo toca tangencialmente- está en su obligación informar vecino por vecino de los pros y los contras de una empresa de tal envergadura para extraer una enorme riqueza que beneficiará a todos y producirá un gran bienestar en la comarca.

Y si lo que le van a llorar de estas parroquias a las que toca, y yo lo entiendo, es por los manantiales de agua corriente y potable ciertamente importantes, debería estar enterado y poder informar nítidamente de que eso es una minucia porque, con los medios técnicos que tenemos buscamos los manantiales que sean precisos de igual o mejor calidad para seguir teniendo el mismo o mejor servicio.

Debiera buscar asesoría técnica independiente y sopesar seguir la corriente de los cuatro de siempre y unos cuantos que se le suman que, como siempre, viven del cuento y de embaucar a los de mente débil y dispuestos a escuchar las trolas que les echen.

Me sorprende sobremanera el cambio de actitud de este señor alcalde de Coristanco. Les cuentan la milonga de los daños no demostrados ni mayores ni menores que los que causan cientos de minas de igual explotación, algunas de las cuales quintuplican la superficie de la de Corcoesto y cuyos parroquianos están encantados con sus trabajos bien remunerados y la gran riqueza y bienestar de que disfrutan. Para entender eso, es ciertamente necesario salir de detrás del pote y adentrarse en el mundo actual, en donde existen medios asequibles para conocer el mundo.

El endemoniado cianuro sin control, auténtico veneno actual, según esta cuadrilla, es que la gente en edad de trabajo que sobrevive con una mano delante y otra detrás y, peor aún, sin producir un céntimo para su futura pensión, como decía una lejana y muy temperamental abuela mía, aunque muy certera: «El día de mañana, a este paso, van a comer hostias».

Mucho más me sorprende Carballo (del BNG, por supuesto) y más aún Zas, Laxe y Vimianzo, a quienes nada les afecta, salvo de oídas, que haya o no mina y cuyo 90% de la población ni sabía dónde estaba Corcoesto ni tenían idea de que ya había allí minas en tiempos milenarios. ¿Ignorancia? ¿Insensatez? Y falta de solidaridad con quienes no tienen qué llevarse a la boca. ¿Qué se les perdió a estos ayuntamientos a los que en nada les afecta y se suman a la miserable mala fe de poner palos en la rueda del progreso de forma ignorante y de algo de cuyo conocimiento se enteraron por los periódicos? ¿Por qué intentar hacer un daño irreparable entorpeciendo centenares de puestos? ¿Qué entenderán estos alguaciles ayunos de conocimientos técnicos para sumarse a ese carro que no tienen ni idea de dónde vienen ni a dónde van? ¡Qué pena, señor! ¡Galicia, siempre Galicia!

(Eliseo Calviño é Presidente de la Confederación de Autónomos y Profesionales de España)